| Asunto: | [redluzargentina] Indigestión espiritual... cuento | Fecha: | Miercoles, 1 de Octubre, 2008 16:05:07 (-0300) | Autor: | Alicia Y Amira Contursi y Manzur <alicia.amira @.....com>
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From: Cristina Casalis < artemisa309@yahoo.com.ar> Subject: Indigestión espiritual...cuento Era un ser hambriento de enseñanzas, doctrinas, textos
sagrados, claves iniciáticas y tradiciones místicas. Durante años se
había dedicado sin cesar a absorber conocimientos espirituales, aunque
no practicaba. Era un gran erudito en religiones, vías espirituales,
doctrinas metafísicas y enseñanzas místicas. Pero como él mismo
comprobaba, apesadumbrado, que no se producían cambios en su interior,
acudió a visitar a un maestro muy humilde, que era conocido por su
sencillez, su vida de pureza y su falta de conocimientos metafísicos.
El buscador puso al corriente al mentor de su insaciable sed de
conocimientos místicos y de su larga búsqueda espiritual. Entonces el
maestro les pidió a sus discípulos que le dieran de cenar al recién
llegado. Comenzaron a sacarle platos y platos de comida. El maestro le
decía:
-Come, come. No dejes de saborear estos ricos manjares.
Y seguían ofreciéndole más y más platos, hasta que el buscador, a punto de estallar, sin poder tomar ni un bocado más, dijo:
-Por favor, no puedo más. Me he atiborrado. No podré digerir tanta comida.
-O sea -dijo el maestro-, que si te esperase ahora el bocado más sabroso y nutritivo, ¿no podrías tomarlo? -Imposible,
imposible -dijo enfáticamente el saciado-. Aunque fuera alimento
celestial. El maestro se quedó pensativo durante unos instantes. El
visitante se sentía muy mal, con una enorme pesadez de estómago. El
mentor dijo:
-La peor indigestión no es la que ahora padeces,
sino la que te produce el caudal de conocimientos y doctrinas que te
has tragado durante años. Así no puedes recibir ninguna enseñanza más.
Tienes que hacer la digestión. Tardarás unas horas en digerir la
comida que te hemos procurado aquí, pero meses en asimilar la otra.
Así que durante meses lo único que te pido es que te dediques a labores
domésticas y de ocio, y no ingieras ni una pizca más de alimento
espiritual. Cuando lo hayas digerido, tras un largo y necesario ayuno,
se te dará el alimento conveniente y justo.
Comentario
Quizá
todos deberíamos observar un ayuno mental. Al igual que el ayuno físico
limpia los intestinos y purifica el cerebro, tal vez sería oportuno que
cuando nos hemos atiborrado de cultura, conceptos, ideas filosóficas y
metafísicas, decidiéramos llevar a cabo un saludable e higienizante
ayuno de tipo mental. La denominada «meditación del silencio» es un
magnífico ayuno de la mente, porue no se trata de ingerir, sino de
vaciar. También es una ejercitación óptima llevar a cabo trabajos
manuales sin que la mente divague y por supuesto ejercitar de vez en
cuando la técnica que se conoce como la «sabiduría espejada».
El
espejo refleja con toda habilidad, pero no juzga, no persigue a la
imagen cuando se marcha, no retiene, no aprueba ni desarueba, no
reflexiona ni se pierde en ideas, no conserva y siempre está limpio.
Por
naturaleza, la mente es básicamente un espacio silente e incoloro.
Como aconsejaba Tilopa para la práctica de un tipo de meditación: «No
analices, no reflexiones, no pienses; mantén la mente en su estado
natural». El pensamiento es movimiento, afán, tiempo y espacio, deseo y
aversión, ego, preocupación y ocupación. Pero hay un lado en la mente
que es inmóvil, sereno y perfectamente silencioso. Accediendo a él,
nos limpiamos. Todos los días deberíamos ejercitarnos unos minutos en
practicar el ayuno mental. Durante unos minutos se deja el mundo fuera
de nosotros, porque no se va a parar por ello, y luego lo
recuperaremos. Nos acallamos, remansamos y ayunamos. Muchos venenos se
eliminan; muchos tóxicos se disuelven; mucha ignorancia y alienación se
supera.
(*) Ramiro Calles. El Libro de la Serenidad
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