
Queridos
amigos:
Hemos dicho e
n
muchas oportunidades que el olvido de los ritmos de l
a naturaleza no es
accidental, sino que responde a los
intereses de quienes lucran con los
daños a nuestr
o ambiente.
Lo mismo ocurre
con la destr
ucción de ecosistemas. Un paisaje hermoso se transforma e
n un
basural, un río cristalino se vuelve negro y con e
l paso del tiempo la gente
cree que siempre fueron así
y que ése es su estado
natural.
Por eso h
oy
quiero recordarles un ecosistema perdido.
La z
ona próxima a la desembocadura del aroyo
Sarandí, aguas
abajo del Riachuelo, en Avellaneda, tuvo un medio n
atural
semejante al que vieron los fundadores de la Ciu
dad de Buenos Aires. Entre el
bosque de ribera se desar
rollaron quintas de frutales y una actividad de
producc
ión de vino artesanal (el “vino de la costa”), cuyo sabor describe Haroldo Co
nti diciendo que “es
e
l vino de la memoria y el vino del río, cuando uno siente
ese golpecito amargo
en el paladar, apenas un pellizco
, se enciende por dentro y se torna memoria y
río, barc
o vagabundo y mundo rante”[i].
o:p>
Sorprende saber que la zo
na de quintas de la
costa tenía una importante activida
d recreativa, que allí estaba la playa en la
que sus ha
bitantes se bañaban en el Río de la Plata y que, cada año
se celebraba
en Avellaneda la Fiesta de la Vendimia. E
ra una fiesta con carrozas coloridas y
elección de la R
eina de la Vendimia.
span>
Un vecino cuenta cómo eran sus temporadas calurosas,
a principios
del siglo XX: “Acá la gente iba caminando (a la
costa) porque había u
nos cuantos colectivos, pero no daban abasto. Había
rec
reos, había arboleda ahí. Vos podías quedarte todo el día
y prender fuego,
hacer tu asado, comer ahí. La costa n
uestra no le envidia a nadie. Lo que pasa
es que ahora
está contaminada. Yo me acuerdo cuando era chico que habí
a
cangrejos en la costa, yo iba con la pava y el agua d
e los charcos estaba
cristalina, era del color de la ar
ena. Acá podías bañarte, tomar agua, los
pescados eran
más ricos que los que comprás en los supermercados y habí
a de
todo: ranas, ostras, de todo, acá era una fauna ex
traordinaria, había nutrias.
Venía gente
<
font color=#000080
size=4>de todo Buenos Aires, era her
moso”[ii]
.
Más tarde, el Polo
Petroquímico y los rellenos
sanitarios del CEAMSE pint
aron el agua de negro y llenaron el aire de olores y
de
gases tóxicos. Así, hicieron desaparecer esas actividade
s y los habitantes de
Avellaneda fueron olvidando esos
rastros de sus viejos ecosistemas.
-
La obra de arte que acompaña esta e
ntrega es:
"Bañistas", de Pedro Zonza Brian
o, hecha en 1925. Del mismo modo que
Renoir id
ealiza las bañistas de Argenteuil, una playa próxima a
París, Pedro Zonza Briano hace u
n relieve en el que idealiza las muchachas que se bañaban
en
el arroyo Sarandí y nadaban hacia el Río de la Pl
ata. A diferencia del
francés, el detalle de calzarla
s con alpargatas nos muestra que no son ninfas
mitoló
gicas, sino mujeres corrientes, del aquí y ahora, dispues
tas a
refrescarse en un arroyo que en ese momento tod
avía era
límpido.
Con este recuerdo quiero saludarlos en el
comienzo del verano.
Un gran abrazo a to
dos.
Antonio Elio Brailovsky
&nb
sp; 
Pedro Zonza Briano:
"Bañistas"
, 1925.
[ii]<
/span> Auyero, Javier y Swistun, Débora A: “<
i
style="mso-bidi-font-style: normal">Inflamable, es
tudio del sufrimiento
ambiental”,
Buenos Aires, Paidós
,
2008.
<
div>
|
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