AUTOMAESTRIA

Por Roberto Cabrera
Olea
Santiago de
Chile
www.automaestria.ning.com / magomirdin@gmail.com
EL RENACIMIENTO
INTERIOR Y SU EXTRAÑEZA
Amigos
queridos.
Decir que les hablo desde el corazón
se me hace poco. Todo en este momento me empuja a expulsar lo que siento en todo
mi cuerpo, en mi sentir. Mis pensamientos no tienen un orden, y mientras quiero
darles uno, más me trabo en una forma que sólo limita mi expresión y mi actuar
en el mundo.
Trato, trato profundamente de
funcionar como lo he venido haciendo por años, pero no puedo. Y trato tanto
porque no puedo negar que me asusta la extrañeza que produce el darme cuenta que
soy otro que el que fui ayer, y que el que se despertó esta mañana. Si no fuese
por la confianza que tengo en la vida, en mi esencia que siento que nunca olvidé
por completo, creería en las apariencias que me dicen que algo no está bien, que
todo pierde sentido y que incluso no tengo ni ganas de construir algo nuevo,
porque sólo quiero vivir sin proyectar; sólo hacer lo que siento en el instante
que siento. Si no fuese por el amor profundo que tengo por la Tierra y toda la vida que la
inunda, en especial por la
Humanidad, podría llegar a creer que nada nuevo vale la pena y
que sería mejor volver a lo que fui para no tener tanto miedo y no causar miedo
a los que me rodean.
Es una tremenda extrañeza de mi mismo
que sólo me permito vivir y dejar que sea por el amor y la confianza de sentirme
una Luz. Es la tremenda extrañeza de ver a cada instante un mundo distinto
porque yo mismo soy otro a cada instante…, como un nacimiento, como un parto en
que soy quien nace y quien da a Luz. Soy la madre, el hijo y el padre que
recibe.
Esto que les cuento es mi
renacimiento, y creo que más que contárselos a ustedes me lo muestro a mí mismo
como para creerlo, para valorarlo y confiar en que todo está
bien.
Es una extraña alegría la que me
acompaña. No sé. Soy el que soy y no sé quien soy…, pero tal vez ni quiero
saberlo, sino sólo serlo. Esa idea me da paz y me permite crear y crearme a cada
segundo como un nuevo nacimiento. Cada momento es distinto y no puedo ser el
mismo porque ya soy otro, y ese otro que permito que aparezca siente más
profundo, quiere otras cosas y tiene otras formas…, uf! Sólo es así.
Aaaahhhhh!
Suelto lo que me aprieta el pecho, lo que me aprisiona cuando me niego a lo que
estoy viviendo. Ahoga el resistirse a lo que uno es, pero reconozco y acepto mi
humanidad creciendo y recordándose, no sin temor, no sin cansancio, no sin
llanto. Me amo, y agradezco tenerlos para contárselos.
En fin, mis queridos, siento la
necesidad de no limitarme más, de no detener el flujo que mi energía quiere
tener, ni tampoco dejar de escuchar a la energía que a través del mundo me habla
y me llama a moverme más de lo que he hecho. Cada uno tiene su forma y su
camino, yo sólo quiero regalarles mi sentir para decirles que llega un momento
en que el ocultarse duele y duele mucho, y que el único antídoto es la auto
entrega de amor, es la paz de un silencio, es mirarte en las hojas de un árbol
que mece el viento, es escribir, es pintar, es saludar al otro sin forma alguna,
es abrazar cuando tienes ganas, es encontrarte en la mirada de los demás, es
reconocerte luminoso y creer en ti mismo como nadie más podrá hacerlo nunca. Es
poetizarte en cada acto, es ponerte música incidental para tu propia película y
caminar en cámara lenta como lo hacen los héroes, como lo hacen los guerreros
que irradian fuerza con su sola presencia. El único antídoto para ese dolor que
provoca ocultarse, es descansar de tanta creencia y de tanta forma actuada por
miedo a no ser dañado.
Renazco porque así lo quise, aunque
no esperaba este movimiento que aparenta hasta locura. Aunque no esperaba ver
tantos ojos de extrañeza en los demás (que a la final son los míos), aunque no
esperaba sentir tan fuertemente la sensación de no saber vivir en el mundo como
los otros lo hacen. Pero prefiero este vaivén a seguir actuando dormido, sin
saber que actúo; porque sé que no dejaré de actuar en este mundo, pero quiero
hacerlo en este sentir consciente, aunque me crean loco, aunque sea el raro,
aunque me dejen de querer. A las finales, sino paso por este sentir de extrañeza
al renacer, no lograré darme el único sostén que vale: mi propio amor. Después
se verá, después iré creando una forma libre que me permita entrar y salir de la
ilusión cuando yo quiera. Después lograré adecuarme para quienes lo necesiten,
pero lo haré por amor no por esclavitud. Lo haré porque puedo entregar amor, ese
amor que ya supe darme.
Vivo en un mundo, el que yo elegí
vivir y que me fascina. Y honro mi presencia en él y la presencia de todos lo
que se cruzan en mis pasos. Todo lo que les cuento no es por rechazo a nada, es
por el deslumbramiento que me da el darme cuenta de que estoy vivo, y que muero
a cada instante para nacer luego. Oh! Qué vida la que
nos hemos querido dar, queridos hermanos míos; qué nostalgia me produce el
sentir mi interior y sentir en él a Dios; pero qué mayor alegría siento en la
conciencia de que en cada amanecer, en cada respiro que me da vida, en cada
renacer segundo a segundo en esta Tierra y su forma, puedo tocar la presencia de
ese Hogar que en un momento aparentó quedar atrás y estar
lejos.
Puedo escuchar, oler, gustar, tocar y
mirar, como ningún otro ser en el Universo puede hacerlo, porque estoy en
la Tierra.
Qué bendición, qué regalo, y qué amado me siento por renacer a
la conciencia sentida, al sentientendimiento de que acá está Todo el Espíritu de
Amor que me dio vida. Y no miro las estrellas para saberlo, no quiero escapar
más…, no, ya no, sólo requiero de tocarme, olerme, escucharme, gustarme y
mirarme, para en ese disfrute lograr aprender a hacerlo con los demás y
encontrar sin más que eso a Dios. Porque así lo quise…
Bonus: Mientras
escribía estas palabras que comparto con ustedes, salí un instante a la terraza
de mi departamento y escucho que cantan el “cumpleaños feliz” a alguien en otra
casa. Aaahh! Que felicidad, un coro de ángeles quiso
recordarme el renacimiento (sentí compañía y menos extrañeza, porque quise
escuchar en ese canto la confirmación de mi nacimiento).
Y
a mí me habla el mundo.
Con todo lo cotidiano yo recibo las
palabras que me quiero recordar de la esencia. Si no creo en eso estoy muerto,
sino creo en las sincronías y en que todo está en orden, estoy muerto. Hablo de
mí…, yo me comparto a ti en este momento, y yo.., yo
estoy vivo.
Gracias por estar en este viaje
conmigo.
Los abrazo sintiendo que en ese acto
está todo.
Yo Soy Roberto.