CONTACTADOS Y
REVELACIONES
Escribe
GUSTAVO FERNÁNDEZ
“El propósito de los extraterrestres es
religioso”
Ray Nielsen
Presidente de “Aetherius”, veterana sociedad inglesa de
contactismo
Debo admitir que la razón que me llevó a escribir este artículo fue una
pregunta que, casi inopinadamente, se apareció en mi conciencia mientras
reflexionaba sobre el problema de los “contactados” (es claro que así me estoy
refiriendo más a quienes tienen –o dicen tener- vínculos metafísicos y
telepáticos que a protagonistas de “encuentros cercanos de tercer tipo”) y las
“revelaciones” –monstruosamente bibliográficas- de fuentes tan inasibles como
esos mismos citados mensajes. Porque mientras me interrogaba sobre el porqué de
su “inmaterialidad” testimonial, su ambigüedad discursiva, su feérica
dependencia de los dichos y no de los hechos, sospeché que todo ello podría
tener otra explicación que no fuera la de alucinaciones, expresiones de deseos o
parodias de ignorantes: ¿Y si el objeto
de las revelaciones y las elusivas apariciones de contactos fuera preservar un
libre albedrío (respecto de la toma de conciencia que implique modificaciones de
posturas intelectuales que afecten lo espiritual) que de ser más evidente, por
eso mismo no existiría?. Porque hay una lógica dentro de lo ilógico, una
coherencia del absurdo: la documentación revelada mezcla verdades como puños,
perlas de sabiduría, semi verdades, incisos absurdos, necedades, disparates sin
sentido y grandes mentiras.
Otra vez insisto con el concepto –que tal vez a esta altura aburra a mis
lectores- de la necesidad imperiosa de cambios de paradigmas. De comprender que
la evolución pudo haber seguido en otros planetas (o en otros planos de
la
Realidad) senderos absolutamente distintos. Cuando Arthur
Clarke escribió aquello de: “una
tecnología suficientemente avanzada lucirá como indistinguible de la magia”
tal vez no estaba tan errado del camino que quiero proponer. Y que podría
sintetizarse en la hipótesis de que la
evolución tecnológica estrictamente material tiene un techo, pero como la
intelectual y espiritual no, habrá de superar a aquella en algún
momento.
Para ponerlo de otra manera: la evolución tecnológica pasará por
diferentes fases, siendo la inmediata siguiente (extrapolando las tendencias
actuales) la simbiosis entre lo biológico y lo electrónico-mecánico. Alguna vez
escalará un peldaño, y la tecnología ya será psíquica-biológica. Y, dentro de
milenios tal vez, el maridaje se dará entre lo espiritual y lo psíquico. No debe
extrañarnos, entonces, que civilizaciones más avanzadas que nosotros en el
futuro ya no cuenten con tecnología material por lo menos en el sentido en que
nosotros las entendemos) sino la misma sea exclusivamente espiritual. Si la
“técnica” es, según mi diccionario, “conjunto de procedimientos de que se sirve
una ciencia o un arte”, “Habilidad para usar esos procedimientos” y “”Habilidad
para hacer o conseguir algo”, es un hecho que puede perfectamente hablarse
de “técnicas espirituales” con un fin en sí mismas.
La primera deducción que aplico a esta reflexión puedo plantearla
entonces en forma de pregunta: ¿Por qué ha de despertarnos escepticismo que
los “mensajes” de presuntos extraterrestres sean siempre tan “espiritualistas”
si ése sería, precisamente, su ámbito de desenvolvimiento técnico?. Nosotros
somos quienes estamos esperando que nos hablen de fórmulas, ecuaciones,
tuercas y tornillos, porque ése es nuestro paradigma dominante. Y también: Si
esas hipotéticas culturas desearan ayudarnos (no digo que así sea; sólo presento
la especulación) ¿por qué ha de
molestarnos que sólo se refieran a lo espiritual, si precisamente ésa es nuestra mayor
carencia?. No quiero parecer un sofista, pero si alguien me replicara
que lo que necesitamos y nos interesa es la cura para el cáncer, o la técnica de
vuelo interestelar, sólo mostraríamos (a) nuestras carencias espirituales, y (b)
que lo que nosotros creemos que necesitamos tal vez no sea lo que verdaderamente
nos hace falta. Mi hijo de cinco años me exige lo que él cree que necesita: mi
función como padre es darle lo que realmente (espero)
precisa.
Se me acusará de ser demasiado “espiritual” en el enfoque ovnilógico. La
inclusión de lo mágico brota de introducirnos en una Tecnología mística. De
cualquier forma, la ovnilogía “científica” no ha progresado gran cosa, ya que
avanzar hipótesis especulativas no confirmadas por un modelo experimental
predecible por más que cuente con ropajes académicos es pura ilusión, como
ilusión aparece la lectura mística. Es sugestivo que algunos científicos
dedicados a la
Ovnilogía (como Vallée, Hurtak o el propio Hynek al final de su
vida) se inclinen hacia lo místico, mientras que técnicos o legos más papistas
endiosen un “abordaje metodológico cuantitativo” y el uso de aparatología en un
concierto lúdico que nos recuerda a los juegos tan “serios” de los pequeños que
respetando más o menos lo formal, están vacíos de otro sentido que no sea el
imitativo.
La discusión entre EBEs “espirituales” o “mecanicistas” puede resolverse
así:
A medida que una civilización avanza, descubre que la garantía de
supervivencia está dada por la anexión o interacción con lo espiritual. Como
necesaria contraparte de la naturaleza física, sólo se evoluciona si el sistema
está completo en sus partes. De lo contrario, desaparecen. Por ejemplo, una
civilización solamente tecnológica sería dominada por su propia entropía en
orden a la autodestrucción; o una solamente espiritual vería que su negantropía
se ve superada por la entropía del medio. En consecuencia, lo espiritual
equilibra negantrópicamente la entropía material.
En cien años solamente, hemos pasado del mecanicismo – positivismo al
paradigma de la Nueva
Era. Una civilización que avanza lo necesario para viajar por
el Universo, debe haber integrado la variable espiritual. Pero cuidado; lo
espiritual es una dimensión (con sus leyes, sus seres, sus jerarquías) y no
solamente “lo bueno”, ya que existe una “buena espiritualidad” (¿Dios?) y una
“mala espiritualidad” (¿Satán?). Yin y yang, complementarios y
relativos.
Podemos pensar entonces en distintas culturas de EBEs con interacciones,
contactos y manipulación de “lo espiritual” para sus fines. El manejo de acciones espirituales sobre
nuestra pobre percepción de lo espiritual distorsiona la realidad
OVNI.
Tal vez, entre las motivaciones de los EBES haya de todo, como entre los
dirigentes de agrupaciones espiritualistas o religiosas: perturbados,
fraudulentos, gente que usa medios espirituales para fines materiales, gente que
usa medios materiales para fines espirituales, gente que realmente está
sintonizada con jerarquías positivas, gente que realmente lo está con jerarquías
negativas, gente que cree sinceramente en lo que hace como un fin en sí mismo y
gente que cree sinceramente en lo que hace pero como un medio. Todos ellos
pudieron haber elegido otras actividades pero, para bien o para mal, se
desarrollan con una componente espiritual, como las empresas japonesas (por eso
ambas van a seguir creciendo siempre).
Así, los EBEs pueden valerse de medios espirituales concomitantes con su
tecnología, para ayuda (como misioneros), para expandirse (como pentecostales),
para canalizar su negatividad (como la Orden del Templo
Solar).
Sin embargo, no puedo evitar percibir un cierto tufillo, digamos,
“fascistoide” en la forma en que se presentan estos mensajeros pretendidamente
extraterrestres, con un giro particular propio de las épocas. Durante los ’50 a
los ’80, existía una inobservada categorización entre el aspecto físico de los
EBEs y sus intenciones: los “hermanos del cosmos”, portadores de reveladores
mensajes, eran siempre estéticamente atractivos: altos, rubios, de ojos claros.
En cambio, aquellos presuntos tripulantes de OVNIs con intenciones aviesas o en
todo caso fríamente indiferentes a nuestras necesidades, eran pequeños
cabezones, de piel aceitunada y, en el peor de los casos, oscuros enanos
peludos. Empero, ya en los ’90 esta tendencia tiende a difuminarse y se reciben
mensajes positivos de ambas “razas”. ¿Es que los segundos fueron conquistados
por el Amor, o es apenas un reflejo de la cultura más versátilmente “light” de
la década pasada?.
Otra de estas características estriba en el enfrentamiento entre
facciones: casi todos los grupos de “contactados” están en conflicto entre sí:
cada uno de ellos, como fanáticos neopentecostales, reivindica la veracidad de
sus decires y sus mentores ante la falsía de los otros o, en este último caso –y
no sé si para bien- se les atribuye inconfesados fines
perversos.
Siempre, los ropajes de información son distintos, aunque el contenido es
único:
-
Los
ángeles eran en realidad extraterrestres, o, en alguna excepción, ambos son
aliados.
-
El
fin del mundo está cerca si no cambiamos.
-
Jesús
fue extraterrestre (físicamente o en
espíritu)
-
Existe
la reencarnación
-
También
estuvieron vinculados a la
Atlántida
-
La
vida después de la muerte continúa en otros
planos.
-
Existe
una relación autoritaria detrás del mensaje: los amamos y les guiamos, pero no
tienen posibilidad de salvación si no siguen nuestros consejos y sólo
eso.
-
Existe
una confederación galáctica.
-
Somos
las “ovejas negras” de la
Galaxia.
Si estudiamos el “camino del contacto”, observamos
siempre esta secuencia:
-
Se
trata de una persona común, anónima hasta el momento de sus
experiencias.
-
Vive
un episodio shockeante (encuentro OVNI, experiencia extracorporal o
peritanática).
-
Recepciona
su primer mensaje
-
Deviene
la confirmación en los hechos: le es anunciada una aparición OVNI que realmente sucede, ocurre una catástrofe
que le fue anticipada o, en un nivel más prosaico, acaece una situación personal
en la forma en que le fue advertida.
-
Comienza
a recibir más mensajes.
-
Forma
el primer grupo de seguidores, entre sus
allegados.
-
Protagoniza,
generalmente con este grupo, una segunda confirmación
fáctica.
-
Recibe
mensajes apocalípticos.
-
Institucionaliza
su grupo: como religión, “grupo de difusión”, academia de enseñanza,
etc.
-
Esta
etapa ocasiona pérdida de liderazgo o es seguido de un “aggiornamiento” u
ocurren cismas.
-
El
grupo inicial radicaliza su postura.
-
Adviene
un Gran Final anunciado.
-
Al
no ocurrir, deviene una masiva decepción, con pérdida del grueso de fieles y
desacreditación personal.
-
Se
construye una teoría autojustificativa, que hace cerrar filas en formas de
autoprotección entre el grupo raíz.
-
Pero,
con el tiempo, éstos comienzan a
disgregarse.
-
El
“contactado”, solo, decepcionado por el abandono de sus “Hermanos Mayores” que a
esta altura generalmente ya no le contactan, sufre obsesiones compulsivas por
recuperar el espacio perdido. Si no lo logra, deviene el suicidio (solo o en
grupo), la reclusión, etc.
ALGUNOS LIBROS
REVELADOS
Año Título
Páginas
Receptor
Fuente
1860 ETIDORPHA
452
Llevelyn Druy Seres de
la
(Cincinatti)
Tierra Hueca
1881 OHASPE
892
El dentista John
Ángeles
Newbrough
(Nueva York)
1888 LA DOCTRINA
1571
Helena Blavatsky
Maestros
SECRETA
ascendidos
1912 REFLEXIÓN Y
1019
Benomi B.Gattel
?
DESTINO
1914 EL VERDADERO
1600
James E. Padgett
EVANGELIO
RE-
VELADO DE NUEVO
POR JESÚS
1954 125 libros que suman 38.000
pág. Ernest y
Ruth
Arcángeles
en ad.
Norman
1955 EL LIBRO DE 2097
William Sadler
Extraterrest
URANTIA
1963 9 libros por 4.000 pág.
Jane
Roberts
“Seth”
1973 CURSO SOBRE
1188
Prof. Helen Schuman
?
MILAGROS
1978 LOS MANUSCRITOS 1700
Grupo Aztlán
Extraterrest.
DE GEENOM
La
observación de esas clásicas características del “contactado” llevó a los
sociólogos Jean Fastinger, Henry Riecken y Stephen Schaiter a formular la “Ley
de las Profecías Fallidas”, confirmada tanto por los seguidores de Giorgio
Bongiovanni tras su fracasada predicción del Tiempo Final en agosto de 1991,
como la anunciada destrucción de Salt Lake City el 21 de diciembre de
1954.
Tras el fallo de la profecía, los “fuertes” radicalizan su postura,
siendo sólo los “débiles” los que se dan cuenta de la inexactitud de los
mensajes y deciden abandonar sus ideales. ¿Son víctimas aquellos, “contactados”
de la burla de sus “guías”?. ¿O quizás es un mecanismo de autodestrucción que
impide que lleguen a ser creídos más de lo debido?. ¿O es todo un teatro
orquestado por no sabemos quien?.
Aquí es donde deberíamos detenernos y explorar otra vertiente sugestiva:
la que afirma que tales “mensajes” son irradiados desde alguna “central de
poder” bien terrestre. Con fines inconfesos, sociedades secretas o grupos de
inteligencia militar podrían estar realizando masivos experimentos de “control
mental” sobre la población (recordemos el nefasto MK – Ultra y su descubrimiento
que microondas dirigidas podrían provocar alucinaciones auditivas y visuales).
Siendo consciente del poder en las sombras de ciertas órdenes plutoesotéricas
(si se me permite la expresión) no me extrañaría que esta variable tuviera más
peso del que se le asigna, y se me
ocurren varias posibilidades:
a)
Servicios
de inteligencia gubernamentales que desean crear la expectativa de visitantes
cósmicos, ora benignos, ora malignos, para encontrar así apoyo popular en
masivos gastos de armamentos ante un “enemigo” que, por no existir, no puede
revelar la falacia de tal proposición.
b)
Un
grupo de élite económico que históricamente viene transmitiéndose de generación
en generación el control del mundo (¿sabían ustedes que el 80 % de los recursos
de Estados Unidos y Europa están en manos de sólo doscientas familias muchas de
ellas emparentadas entre sí?. ¿Sabían que hasta antes de James Carter, de 37
presidentes norteamericanos 21 estaban emparentados?. ¿Qué hubo en la
administración gubernamental de USA 17 Kennedy, 14 Tyler y 21 Cooledge?) y que
necesita mantener ciertos paradigmas culturales para dirigir el criterio de las
geopolíticas y el desenvolvimiento de las demandas
mediáticas?.
c)
Una
sociedad espiritualista que de esa manera distrae de sí mismos la atención de
los espíritus más esclarecidos.
d)
Nazis
y su organización, sobrevivientes de la Guerra Mundial –sabido el
profundo interés de los hombres de la swástica por lo oculto- que desde las
sombras preparan su advenimiento: los extraterrestres benévolos son demasiado
“arios” para mi gusto.
Crear una “religión del ovni” tendría, para ciertos
terrestres, beneficios claros: se dispondría de miles, decenas de miles de
fanáticos latentes esparcidos por el orbe (lo cual tiene un peso político
considerable), además de desacreditar a una ovnilogía seria. Pero, claro,
también tendría beneficios para los extraterrestres, ya que les pondría su
disposición una amplia y variopinta colección de cobayas disponibles, así como
una quinta columna incondicional.
Tal vez una sensata forma de distinguir a “guías”
creíbles de “guías” manipuladores y perversos sea, especialmente en los
contactos iniciales, someterles a ciertas preguntas esclarecedoras. En lo
personal, decidiría desconfiar de cualquier respuesta tipo “¡Hombre de poca fe!. ¿Porqué preguntáis
(digo yo: ¿porqué siempre los “guías” hablan en castellano demodé?) y no aceptáis con humildad nuestra
advertencia en este Final etc..etc...etc...?”
Una pregunta que formularía es, dado que suelen advertirnos que la
destrucción de nuestro mundo (estallidos nucleares, catástrofe ecológica o lo
que venga) perturbaría el orden cósmico, lo que preguntaría, digo, es cómo es
eso posible. Día a día, sistemas enteros –que no sólo minúsculos planetas-
entran en colisión, son devorados por agujeros negros, estrellas colapsan y
estallan en novas o supernovas, y por muy apocalíptico que sea para sus
vecindades, el resto del cosmos (nosotros, por ejemplo) no sólo no somos
afectados sino que, de hecho y si no fuera por nuestros astrónomos –y
periodistas- ni siquiera nos enteraríamos.
La epopeya del contacto tiene hitos contradictorios, bizarros y
conflictivos. Como la aparición, el 7 de agosto de 1967, de un individuo en el
Centro Médico San Bernardino (un centro de seriedad reconocida, al punto que se
encarga de los análisis para el Cuerpo Técnico de la Policía Judicial), en la
ciudad de Caracas, Venezuela. Pidiendo una entrevista con un clínico, al
solicitársele sus referencias da un nombre casi ridículo: “Astrum”. La enfermera
simplonamente interpreta que es un apellido (sin las obvias connotaciones
cósmicas y lo deriva al gabinete del doctor J.L. Sánchez Vega quien, al hacerle
un superficial chequeo general, comprueba cosas que le incomodan: un pulso
increíblemente lento, una capacidad pulmonar exagerada, ojos casi noctilucentes.
A lo cual, este caballero “Astrum” le dice que no se preocupe, que en realidad
es un extraterrestre circunstancialmente en nuestro planeta (y que, tal vez por
recomendación de su médico de cabecera extragaláctico, decidió no permitir que
ese detalle de un paseíto por la
Tierra impidiera su habitual control médico, seguramente). Para
ratificar su exposición –y evitar ser derivado al consultorio psiquiátrico-
levitó, ante los asombrados ojos del facultativo, un lápiz que éste poseía en su
escritorio. Y después, simplemente,
desapareció.
¿Es acaso creíble que un supuesto extraterrestre decidiera someterse a un
chequeo médico con un profesional cualquiera para suspender la revisión en medio
de la misma y anunciar lo obvio, desmaterializándose después?.
¿Es el caso real?, es lo primero que nos preguntaremos. Para simplificar
los alcances de este trabajo, sólo diré que confío en las fuentes bibliográficas
la mayoría, de donde he tomado la casuística que empleo a modo de ejemplo. El
criterio de credibilidad está dado por un largo seguimiento de la misma y por
los antecedentes de sus autores. Así que partiendo que el hecho realmente
existió para el autor de estas reflexiones, sólo queda preguntarse el “para
qué”. Un supuesto extraterrestre se cae en una consulta médica para terminar
revelando lo obvio. Un médico responsable y oscuro de cuya traumática
experiencia no depende una explosión mediática. Más allá de las transformaciones
que en lo personal haya sufrido, el testimonio sigue las vías usuales: una
denuncia policial que genera una discreta y escéptica investigación judicial la
cual termina en una vía muerta; un ser humano conmocionado y un entorno afectado
en grado diverso, donde el índice de impacto y verosimilitud decrece en la
medida que nos dirigimos a la periferia de dicho
entorno.
Sin embargo, es evidente que este lento proceso de concientización (si
eso es lo que tienen en mente los hipotéticos extraterrestres) surte efecto:
cada caso genera un patrón de consecuencias similares, pero la multitud de casos
acaecidos me hace pensar en un calmo estanque de agua donde arrojamos un gran
puñado de piedras: cada una generará su propio patrón de ondas circulares, pero
todas irán afectando a las más inmediatas generando nuevos patrones que
afectarán entonces a las más alejadas; a los segundos de arrojar las piedras, el
estanque ya no está en calma, ni siquiera se observa un gran número de círculos
abriéndose en distintos puntos. Ahora la totalidad de la superficie de la masa
líquida se agita erráticamente con olas,
encrespada.
¿Será este símil lo que la inteligencia rectora tras los OVNIs quiere
provocar en nuestro Inconsciente Colectivo?.
Si de eso se trata, nada mejor que generar ondas “de choque” opuestas; a
los contactos benevolentes le sucederían situaciones pavorosas, y viceversa.
Como en un cósmico “koan” zen donde el maestro, después de revelar una verdad a
su discípulo, hacérsela vivenciar y vivir conforme a ella, le dice jocosamente
que no debió haberle creído (provocando un conflicto intelectual de tal
naturaleza que sólo puede resolverse –si es que el discípulo está preparado- con
una “disrupción de la conciencia”, un “golpe intuitivo”, una iluminación, en
síntesis, la inteligencia detrás de los OVNIs nos somete a un doble juego de
mentiras y verdades. El problema, quizás, es que nuestra naturaleza maniquea nos
lleva a encajar tal dualidad no como producto del mismo fenómeno sino con
orígenes distintos para satisfacer así nuestra necesidad del Bien versus el Mal.
A los “venusinos” simpáticos de Adamski , a Ashtar Sheran y otros, le suceden
los misteriosos “suicidios inducidos” de Tarrasa (España), donde el 20 de junio
de 1972 José Rodríguez Montero, de 47 años, y Juan Turu Vallés, de 21, tras
haber recibido un mensaje de sus “hermanos de las estrellas” apoyaron las
cabezas sobre el riel del ferrocarril. O los dos jóvenes que con sus rostros
cubiertos con máscaras de plomo y también anticipando haber recibido una
invitación a pasear por el espacio, se suicidaron envenenándose el 20 de agosto
de 1966, en el Morro do Vitem, Brasil, un caso con grandes repercusiones que
extrañamente fue imitado por dos adolescentes exactamente en el mismo lugar en
octubre de 1972. O los imitadores de los suicidas de Tarrasa, Francisco Saireo,
de 16 años, y J.J. Gómez Vargas, de 18, que hicieron lo mismo por las mismas
razones en cercanías de Lérida. O el llamado “caso Cáceres”, dos soldados
españoles que se dispararon uno al otro, después de haber sido invitados por una
“dama de blanco” (¡) que se les apareció durante su guardia nocturna, a visitar
de ese modo otro planeta. Y por qué no recordar a la Orden del Templo Solar, o a Applewhite
y su grupo “The Heaven’s Gate”.
Creo que más por reacción defensiva que por razonamiento veraz, aún
quienes son acérrimos defensores de la realidad extraterrestre y sus contactos
oponen, para estos tristes episodios, dos –y sólo dos- explicaciones: o bien las
víctimas estaban irremediablemente perturbadas, o bien fueron seducidos por el
“lado oscuro”, extraterrestres “negativos” empeñados en la perdición de los
espíritus humanos. Claro que aplicando el mismo razonamiento, si dos personas
que se suicidan por creer haber sido invitadas cósmicamente son alineados,
¿porqué no harían de serlo también todos los que reciben esos contactos
espaciales?. El problema es que muchos “contactados”, tal vez una gran mayoría,
no son más alineados que todos los demás habitantes del planeta (y, en
ocasiones, aún más cuerdos, más morales, solidarios y sanos). Además, en algunos
de los casos citados, cuando se contó con materiales suficientes como para
elaborar perfiles psicológicos de las víctimas (como en el caso de Heanven’s
Gate, donde tenemos a nuestra disposición desde el testimonio de familiares,
videos antiguos y recientes, grabaciones, correspondencia y un largo etcétera)
lo que más desconcierta a forenses, policías, investigadores de toda laya es que
las víctimas no presentaban ninguno de los síntomas que habitualmente se
adjudica a quienes son “programados” por las sectas. Eran personas sensibles,
cultas, lógicas, que comprendían perfectamente la sucesión de eventos, estaban
ubicados en tiempo y espacio, lamentaban el dolor que causarían a sus familiares
y trataban de consolarles y explicarles en sus entrevistas pregrabadas el
porqué. Mientras una y otra vez contemplaba las videoconferencias que ofrecieron
antes de morir, sentí correr el frío por mi espalda: eran personas normales en
situaciones anormales. Sabían lo que estaban por hacer y sus
consecuencias. Y me he preguntado muchas veces (aunque ésta es la primera vez
que lo admito públicamente): ¿Y si tenían
razón?.
Esto es sólo una hipótesis de reflexión, ni siquiera de trabajo, y ante
una sociedad hipócrita como la nuestra (aún entre muchos que se declaran
fervientes partidarios de la espiritualidad) desconfío que mis razonamientos
sean seguidos sin ser execrados de antemano. Pero como, ya saben, tengo la mala
costumbre de pensar en voz alta, aquí va:
Aún las personas defensoras de la vida después de la muerte y quienes
construyen toda una filosofía alrededor de la pervivencia del espíritu después
de la transición y en otros planos, y (supongo que para no despertar las iras de
la opinión pública) se refieren a sucesos como los descriptos como “la
deformación de enseñanzas”, “un camino equivocado”, “mentes perturbadas y
autodestructivas”. Es posible. Pero, si admitimos la existencia de “algo”
después de la muerte, y que ese “algo” continúa su evolución en otros planos o
mundos, ¿qué nos impide pensar que el suicidio pueda llevarnos a esos
planos?.
Sé que aquí se formarán dos corrientes de lectores: los que seguirán
considerando que lo que hizo esta gente fue una estupidez, y los que hablarán de
“involución” en lugar de “evolución”. Con los segundos estoy de acuerdo; sólo
que se trataría de una cuestión de matices y no de eventos. Un plano “más
arriba” o dos planos “más abajo”, adónde irá el suicida es una discusión
bizantina a los efectos de este trabajo. A los primeros, sólo quiero,
modestamente, señalarles su propia contradicción: creen en una vida después de
la muerte, quizás mejor que ésta, inefable, pero entienden que tan natural como
acceder a ella después de una muerte no deseada es irracional suponerla de
nuestra propia mano
Pero volvamos al planteo maniqueo de líneas arriba: o
suponemos locura en estos suicidas, o fueron arrastrados por entidades
negativas. Habiendo señalado lo endeble de suponer lo primero, pasemos a lo
segundo: ¿qué prueba tenemos –tienen los contactados- que existen
“extraterrestres positivos” y “extraterrestres negativos”?. ¿Porqué no podemos
suponer que nuestra dualidad entre el Bien y el Mal, a la que somos tan afectos
pero es en realidad sólo una expresión de nuestro propio primitivismo
psicológico –porque sólo una mente primitiva antepone lo bueno a lo malo, lo
claro a lo oscuro, conservadores versus liberales, Boca – River y toda una serie
de antagonismos sin entender que el Universo es una sucesión infinita de
matices- no existe en otros planetas
o en otros planos?. El fanatismo de cualquier índole (otra expresión común a ese
primitivismo psicológico del que hablaba antes) se caracteriza precisamente por
un “o estás con nosotros o contra nosotros”, expresión de un absoluto
irreconciliable con una realidad impregnada de relatividades. Si aún la –mítica
o real, cada uno tiene su opinión- imagen de Satanás posiblemente no deba verse
tan maligna como se nos propone (ver mi artículo “Satanás: el eterno Prometeo”
en “Al Filo de la
Realidad” Nº 15)
es concepto de “bueno” o “malo” aplicable a la intencionalidad de un ser
extraterrestre o extradimensional es poco menos que infantil. Por razones que se
nos escaparían (seguramente por ese mismo abismo evolutivo que nos separa) la
entidad que hoy cura el cáncer de una pequeña durante una visita de dormitorio
podría ser la misma que mañana nos invite a suicidarnos para reunirnos en alguna
gigantesca nave espacial de visita. Por simple economía de hipótesis, estamos
ante un enigma. El de las visitas
cósmicas y sus mensajes. Deberíamos comenzar entonces por suponerles un origen, independientemente de la
diferencia, no se de sus manifestaciones, sino de sus supuestos
propósitos.
El contactado Francisco Padrón supo escribir: “A raíz de los contactos me sentía como un
autómata; tuve que luchar y rebelarme contra ellos, porque se me imponían una
serie de ideas que desde luego no eran mías. Tuve problemas de desdoblamiento de
la personalidad”.
Abducidos &
Co.
Si bien no debería incluir en este trabajo a quienes han sido víctimas de
abducción, me veo obligado a hacerlo con la salvedad de señalar que estos
comentarios sólo son aplicables a aquellos que tras su experiencia devinieron en
“contactados”. Si bien es cierto que se pueden inducir ciertos “raptos
imaginarios” (por ejemplo bajo hipnosis) aparentemente iguales a los reales,
aquellos no provocan efectos emocionales, tales como amnesia, sueños y
pesadillas. Además, las lesiones de los abducidos reales no son psicógenas
porque no se presentan abiertas.
Hay un perfil común en los abducidos: baja autoestima (pero esto también
significa humildad), cierto grado de desconfianza, no se sienten a gusto con su
cuerpo, presentan cierta perturbación de su identidad, déficit en la esfera
interpersonal y fenómenos paranoides ligeros. Esto puede interpretarse de dos
maneras opuestas: o el fenómeno es consecuencia de ese perfil, o ese perfil atrae al
fenómeno.
Según el extraterrestre “contactador” (¿es correcto como opuesto a
“contactado?) Seth: “...soy simplemente una esencia de energía
personal que ya no está centrada en la materia física, una entidad no humana,
sino una organización simbiótica de conocimiento de sí mismo extraída de una
diversidad de fuentes de inteligencia y cuyo “campo de conciencia” ya no se
encuentra en el reino de la materia o de la energía que ustedes conocen sino en
un nivel de existencia algo distante del vuestro”. ¿Ángel o demonio?. Ni lo
uno ni lo otro: simplemente, una entidad espiritual. Esto parecen ser, en
síntesis, nuestros cósmicos amigos.
Es posible entonces que encontremos aquí una nueva correspondencia entre
las apariciones marianas y lo extraterrestre. Sólo que esto último impulsa a la
tecnología; aquella, retrotrae a lo inicial, es conservadora. Ambas son fuerzas
de modelación del psiquismo humano. El OVNI es “luciferino”. La aparición,
“yaveística”. Y tal vez hacen esto, porque la remodelación de la dimensión
espiritual haga a su propia expansión. Todo ser busca alimentarse, reproducirse,
conquistar territorio y evitar en lo posible el dolor y la muerte. Esta reacción
es intrínseca a la naturaleza, en cualquier parte del Universo y de cualquier
orden de evolución que estemos hablando. Y los seres espirituales no son ajenos
a este principio.
Transcomunicación y
exorcismos
Desde que el doctor Kenneth Ring propuso que las similitudes entre las
experiencias cercanas a la muerte, las de tipo extracorporal y ciertas
abducciones tenían demasiados elementos en común como para ignorarlas, surgió la
idea, cada vez con más fuerzas, que tal vez el “plano” de existencia de las
entidades que abducen o contactan no sea distinto de aquél habitados por los
seres espirituales de todas las culturas. Y cuando en prácticas de “psicofonías”
ciertas fuentes productoras de mensajes se autoidentificaron como
“extraterrestres” surgió la polémica: ¿servía la Transcomunicación
Instrumental igualmente
para contactar extraterrestres y difuntos, o eran los segundos que se hacían
pasar por los primeros?. ¿Y si todos ellos fueran lo mismo, provinieran del
mismo punto espacio temporal?.
Apareció entonces el planeta “Marduk” donde, según algunos defensores de
esta idea, iríamos a parar después de muertos. De forma tal que nuestros finados
de hoy son los extraterrestres de mañana. Fantástica posibilidad. Claro que da
pie a urticantes interrogantes. Por ejemplo: si todo esto abona la presunción
que los “EBEs” son en realidad seres de otro plano, por consiguiente inasibles
para nosotros, pura energía, ¿a qué vienen?. ¿En misión de paz y conocimiento, o
con fines más peligrosos?.
¿Cuáles?. Pienso en cierta forma de “vampirismo pasíquico”. Pienso como
decía Charles Fort: “... la Tierra es un terreno de
nadie. Somos bienes muebles, ganado, donde ciertas Fuerzas combaten como el
granjero protege a sus ovejas. ¿Y acaso las ovejas saben cuándo y cómo van al
matadero?”.
Esto, sin duda, será execrado por todos los contactados y todos los
abducidos. Es doloroso haberse sentido en cierta forma “elegido” y caer en la
cuenta que en realidad uno ha sido manipulado con fines perversos (quién podría
por ejemplo discutir que yo mismo, en este momento, estoy siendo manipulado para
escribir estas líneas), pero debemos tener el coraje de evaluar sin cortapisas
esta posibilidad.
Qué mejor que crear sectas, movimientos, lugares supuestamente
“favorables” para concentraciones masivas de personas emocionalmente
expectantes, provocar alteraciones emocionales en los fieles –el juego de
“información – desinformación” de que son víctimas los contactados, como ya
hemos visto- para poder alimentarse de estas “descargas psíquicas”. Si nosotros,
seres materiales, nos alimentamos de materia, un ser “espiritual” o
“energético”...¿de qué creen ustedes que
se alimentará?.
También es posible que el “contactismo” sirva para conseguir nuevos
cuerpos, si los “extraterrestres” no son materiales. ¿El fanatismo de ciertas
sectas no será porque en realidad sus integrantes están “poseídos”?. Deberíamos
encarar un estudio comparativo entre los casos de “obsesión” y “posesión”
analizados en Parapsicología junto a contactos, abducidos y “ovnilatras”: estoy
seguro que nos depararía grandes sorpresas.
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