NOTICIAS DE LA ASCENSIÓN,
por Hortensia Galvis
EL LUGAR QUE TE CORRESPONDE
Ahí donde estás
es tu lugar
perfecto, es el sitio que has generado por correspondencia
con tus pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. Dios
no tiene la culpa si tu vida es miserable, si estás enfermo, sufres, o
careces hasta del mínimo para alimentar la vida. Tampoco te sirve de nada
lamentarte, luchar para cambiar las cosas, o rezar de rodillas tus consabidas
letanías del "dame, dame, dame". ¡Dios no te escucha! No lo hace
porque ya te ha dado el regalo más grande que un padre pueda otorgar a su
hijo: tienes a tu disposición sus ilimitados bienes, con una chequera en
blanco. Pero tú aún no has aprendido cuales son las condiciones para poder
girar a tu favor.
La realidad que vives en este momento, con cada uno de sus
detalles, es tu propia creación, y si no haces algo por cambiar tus
actitudes, la inercia se encargará de que las cosas sigan igual, o quizás
peor. Debes comenzar reconociendo cuáles son los pensamientos, acciones y
palabras que te han traído consecuencias tan funestas. Justo en ese punto
tienes una lección por aprender, y mucho que transformar en ti mismo.
Si eres de los que se niega a servir y solo sabes quejarte, si
solo consignas mezquindad y avaricia, ¿cómo puedes esperar que el banco de la
vida te respalde con superlativa abundancia? Si tu conexión con el mundo es
de rechazo; si tu disposición es la de buscar fallas en todo y luchar para
cambiar las cosas ¿cómo puede tu cuerpo manifestar armonía y salud perfecta?
¿En qué punto se halla tu autovaloración?, ¿crees que eres merecedor de
aquello que deseas? ¡Si te consideras lo "peor
de lo peor", tú mismo te conviertes en el mayor obstáculo para lograr
un triunfo! ¿Dónde marca tu termómetro de la gratitud? Si no valoras y
agradeces lo que tienes, ¿Cómo esperas que te den más? Si nunca consideras
suficiente lo que recibes y siempre quieres más, te arriesgas a que te lo
quiten todo, para que aprendas a valorar lo que perdiste.
En todos los planos se aplican las mismas leyes: adquieres
derechos según sean las habilidades que desarrolles, el manejo que des a tus
recursos, y el grado de compromiso que estés dispuesto a asumir en tus
tareas. La prosperidad, la salud y las buenas relaciones son los frutos que
produce tu parcela, cuando has sido cuidadoso en el proceso de la siembra. No
es posible obtener esas mismas dádivas rezando, y pierdes tu tiempo si
esperas que algún día, sin hacer tu trabajo, la buena suerte te conceda lo
que tu mano no labró.
Tu realidad presente no puede ser modificada. No es posible
sembrar maleza y recoger naranjas, porque hay leyes de la naturaleza que lo
impiden. Puedes rechazar la pequeña porción que te ha tocado, y pelear y
luchar para alcanzar más beneficios. Pero eso no te conduce sino a incrementar
el sufrimiento.
Sabiduría es poder precisar lo que necesitas cambiar ahora,
para que tu futuro ofrezca horizontes despejados y no limitaciones. Tus
maniobras de cambio comienzan en el nivel sutil de pensamientos y actitudes.
No se trata de hacer lo que te gusta, sino de hacer que te guste lo que
haces. La solución a tus problemas no la hallarás en cambiar el marco de lo
externo, sino en afinar lo interno, para dar lo mejor de ti mismo en cada
instante.
Si deseas recibir más, necesitas abrir tu corazón para dar
más. Ese "dar más" no significa repartir cosas materiales, pues a
nivel físico solo te corresponde ayudar a aquellos que están a tu cuidado,
bien sea por lazos familiares, o laborales. Hay muchos más seres necesitados,
pero algunos de ellos todavía deben aprender su lección en la escasez, y no
debes ser tú quien lo impida. ¡Dar más, sí!, pero de otra provisión que hay
en ti, que es más preciosa que el dinero. Tienes un capital, que puede llegar
a ser inagotable si lo usas, pero si lo dejas quieto se extingue.
Multiplícalo entonces sin reservas brindando: amor, comprensión, paciencia,
gratitud, aceptación y respeto a todos los que te rodean. Las leyes
universales son sencillas: solo te piden que sonrías, para que te devuelvan
las sonrisas.
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