Como ustedes saben por todos las agencias de noticias hoy
desapareció el vuelo de Air France AF 447 que viajaba entre Río de Janeiro
y París y que desapareció cuando sobrevolaba el Atlántico.
Nada se sabe de qué fue lo que sucedió con la aeronave
pero me gustaría llamar la atención sobre un tema que toqué en Newsletter
del 3 de diciembre, 2005.

Existe algo conocido como Anomalía del Atlántico Sur.
Esta es una zona muy particular del planeta y los controladores de la
misiones espaciales cruzan los dedos cada vez que los
transbordadores deben volar sobre el Atlántico Sur.
Por esta zona, hasta los satélites que se encuentran en
órbitas bajas sufren mucho por los "disparos" asestados por las "balas"
atómicas provenientes desde el espacio. En los equipos electrónicos se
producen problemáticas fallas y los astronautas ven relampagueos ante sus
ojos.
El campo magnético de la Tierra,
que mantiene protegido nuestro planeta de las partículas atómicas cargadas
que vienen del espacio exterior, es curiosamente débil por estos
lugares.
La Anomalía del Atlántico Sur, tal como la denominan los
expertos, es una de las razones de peso por las que se está intensificando
el estudio del magnetismo terrestre.
El satélite Dinamarqués llamado Ørsted, que fue lanzado
en el año 1999, está dedicado puramente a la investigación del campo
magnético, mientras que la misión CHAMP, del año 2000 y de origen Alemán,
se encarga de las mediciones tanto del campo magnético como del campo
gravitatorio
Estos satélites muestran que la zona de peligro para
satélites por encima de Brasil, Argentina y el Atlántico Sur está
creciendo en tamaño hacia el Océano Indico sur.
El campo magnético terrestre en general se está haciendo
progresivamente más débil con una velocidad asombrosa. Cuando un equipo
Francés-Dinamarqués comparó los resultados dados por el Ørsted para
el año 2000 con aquellos provenientes de un satélite norteamericano, el
Magsat, de 20 años antes, se encontraron con que la disminución en la
intensidad del campo sugiere que éste puede desaparecer por completo.
Éste, y otros misterios sobre nuestro planeta magnético
tendrán toda la atención que se merecen con el próximo lanzamiento del
proyecto Swarm. Se trata de tres satélites que trabajarán en conjunto para
tomar mediciones del campo magnético y de sus variaciones en un modo mucho
más preciso que en cualquiera de los intentos anteriores.
La misión Swarm fue una propuesta presentada ante la
Agencia Espacial Europea (ESA) por Eigil Friis-Christensen (Copenhague,
Dinamarca), Hermann Lühr (Potsdam, Alemania) y Gauthier Hulot (París,
Francia) y cuenta con el apoyo de científicos de siete países europeos y
de EE.UU.
La ESA seleccionó el proyecto en el 2004 como una misión
dentro lo que llaman Opportunity, un programa para explorar la Tierra. Si
todo sale bien, el proyecto Swarm deberá estar operando en el 2009.
Luego de alcanzar el espacio dentro de un transbordador,
los satélites adoptarán órbitas que transitan sobre los polos.
El Swarm A y el B volarán lado a lado, midiendo
simultáneamente el campo magnético desde posiciones de hasta 150 km de
separación en dirección Este-Oeste cercana al ecuador.
Su orbita en principio será a 450 km por encima de la
superficie, pero hacia el final de la misión ésta bajará hasta una altitud
de casi 300 km, para poder realizar medidas más precisas del magnetismo
originado en la corteza terrestre.
El Swarm C siempre estará mucho más arriba, permaneciendo
a más de 500 Km. de altitud a lo largo de toda la misión.
En comparación a sus hermanos, el C brindará mediciones
simultaneas de la intensidad del campo magnético de procedencia mucho más
variada, tomadas de zonas bien distintas de nuestro planeta, y de la
variación de la intensidad en medidas tomadas en la misma región pero en
momentos diferentes del día.
Los tres satélites del proyecto
Swarm investigarán este nuevo efecto con sus propios
acelerómetros.
La vida operativa de los satélites del proyecto Swarm,
desde el 2009 hasta el 2013, coincidirá con el próximo pico de actividad
de tormentas en el Sol. Los beneficios prácticos inmediatos estarán
centrados en el monitoreo general sobre el clima en el espacio y los
eventos solares, que afectan no sólo a las naves y astronautas en órbita,
sino también a los sistemas tecnológicos que se encuentran en la
superficie.
Las tormentas magnéticas pueden causar daño tanto en
líneas de transporte de energía como en cualquier tipo de conductos,
mientras que los cambios en el campo magnético pueden afectar a cualquier
sistema de navegación que utilice brújulas magnéticas. Esto incluye a las
brújulas que operan por debajo de la tierra sirviendo como guía en la
operación de los taladros que se usan en la excavación de pozos para la
búsqueda y obtención de petróleo.
Para los científicos, el mayor beneficio del Swarm es
que las mediciones de alta calidad del campo magnético proveerán de una
nueva forma de 'observar' con rayos X el interior oculto del planeta. Las
ondas generadas por terremotos y las variaciones en la intensidad del
campo gravitatorio ya proveen actualmente una imagen del núcleo caliente,
del manto rocoso que lo rodea, y de la siempre activa corteza
terrestre. Pero tal imagen no es aún lo suficientemente clara como
para que los investigadores puedan ponerse de acuerdo en cómo es que
funciona, realmente, la maquinaria interna del planeta.
El Swarm también investigará los intrigantes cambios en
el núcleo terrestre que son responsables de la actual debilitación del
campo magnético.
Esta es una conjetura sobre lo que podría haber sucedido
con el vuelo Air France AF 447. Por ahora no sabemos nada, pero estamos
refrescando la mente sobre la famosa ANOMALÍA DEL ATLÁNTICO SUR.