Por
Unidad de Servicio
Acuarius
La
individualización humana llevada a cabo en la Tierra en los viejos
tiempos de la Lemuria, en realidad fue la gloriosa y apoteósica
inauguración de la apertura de un ciclo terrestre de Resurrección
Planetaria vía y teniendo al reino humano como eje central, vital y
fundamental de este magno evento redentor planetario. La evolución
acorde al Propósito y Plan Divino implica una vastedad de elementos,
entre estos la Ley de los Ciclos y por lo tanto inexorablemente toda
evolución real transita a través una forma Espiral Ascendente. Esto
significa siempre la apertura del ciclo, su experimentación y vivencia y
cierre del ciclo, para luego producir la apertura de otro ciclo superior
y por ende ascendente. Esta Ley de Ciclos y de progreso en espiral
ascendente incluye y abarca desde las micropartículas que constituyen un
átomo hasta las galaxias y el cosmos infinito, obvio pasando e
incluyendo todos los componentes de estas micro y macro-unidades de Luz
y Vida. Excluyendo la mención de otros ciclos planetarios
mayores y sus implicaciones, concentrémonos en el reino humano,
siendo este reino factor esencial en el proceso de evolución planetaria.
Inicia su magna tarea contenida en el Propósito Divino para este planeta
en manifestación, con una meta u objetivo, la resurrección
etérica-física. Posteriormente, habiendo logrado la anterior
resurrección, en esta nueva fase evolutiva el objetivo es la
resurrección del mundo emocional, y realmente en los tiempos actuales la
exigencia evolutiva contenida en el Plan Divino para el ser humano es la
resurrección del mundo mental y así cumplir con el mandato de Cristo,
“dejar brillar vuestra luz delante de los hombres.” En toda
esta larga y profunda fase evolutiva de resurrección implicada con los
niveles etérico-físicos, emocionales y mental inferior, la resurrección
es un proceso ciego, inconsciente y pleno de dolor y sufrimiento, o en
otras palabras la experimentación de la resurrección, la vivencia de la
Ley de los Ciclos y la aplicación y experimentación de leyes,
principios, objetivos, metas, dinámicas evolutivas, etc., etc., son una
empresa evolutiva realizada por parte del ser humano de forma
inconsciente y por ende ciega. Solamente al inicio del
Sendero de Probación que conduce al Nacimiento en Belén, puerta que
inicia el Sendero del Discipulado, la empresa evolutiva y el Plan Divino
sustentador de la evolución empiezan tenuemente a perfilarse dentro de
la consciencia del peregrino en la luz que recorre esta fase evolutiva y
ello significa el esfuerzo consciente por asumir la propia evolución con
sus vastas implicaciones de forma más plena y efectiva. La
Resurrección Real planetaria es de Segundo Rayo y se le experimenta en
su apoteósica y excelsa manifestación, magia y poder en la Séptima
Iniciación planetaria, de esta forma cada una de las iniciaciones
anteriores son realmente fases de los diversos resultados de la Ciencia
de la Resurrección autoaplicada por el aspirante en la Luz. Por ejemplo,
la Primera Iniciación o Nacimiento en Belén inexorablemente vinculada
con el Séptimo Rayo y con el plano etérico-físico; la Segunda Iniciación
o Bautismo en el Jordán vinculada con el Sexto Rayo y plano astral, y
así sucesivamente.
El
nuevo ciclo evolutivo se conoce como la Era de Acuarius, ubicándose
Acuarius en la Cruz Fija, Cruz astrológica gobernada y
condicionada por el Segundo Rayo y Acuarius mismo se gobierna y rige por
el Séptimo y Segundo Rayo. La Ciencia de Invocación y Evocación es
también gobernada, condicionada y regida por el Segundo Rayo, añadiendo
que la Ciencia del Mántram Yoga está vitalmente implicada con el Séptimo
Rayo y todo esto sucediendo dentro de un sistema solar de Segundo
Rayo. Esto y muchos más elementos son parte del contenido
del nuevo ciclo planetario de 2100 años, que a su vez este ciclo mayor
forma parte de las vueltas o ciclos ascendentes que forman la Espiral
Ascendente de la evolución del planeta Tierra que tiene como objetivo la
excelsa y gloriosa Resurrección del Divino Logos Planetario en Su
glorioso peldaño evolutivo cósmico. La tradición
católica–cristiana celebra la Semana Santa y la Resurrección Crística en
la primera Luna Llena de Aries, lo cual en realidad es un reflejo
distorsionado de la Celebración de la Séptima Iniciación Planetaria
vinculada con le Plano Divino o Adi, el primer subplano del Plano Físico
Cósmico. Recordando que de ahora en adelante ya no se le reconocerá al
Cristo como el Cristo Crucificado, sino como el Cristo Resucitado, todo
ello implicado con un simbolismo muy importante e interesante, para la
visión, meta, objetivo y realización humana y espiritual a lograr por la
familia humana. La Ciencia de la Resurrección, La Gran
Invocación y por ende la Ciencia de la Invocación y Evocación, los
Plenilunios, y la Ciencia del Mántram Yoga tienen como elemento vital y
esencial la magia, poder, luz, leyes, principios, dinámica,
etc., del Segundo Rayo y del Séptimo Rayo, rayos gobernantes y
condicionadores de la Nueva Era Acuariana, rayos que complementados por
otros rayos más, determinarán la nueva civilización y cultura terrestre
acorde la Respuesta o Reacción de la familia humana.

Las 12 ó 13 Lunas Llenas forman un ciclo
anual, lo cual significa que en el mundo mágico de la evolución
sustentada en la Ley de Ciclos forman una Espiral Ascendente, siempre
los Ciclos Mayores conteniendo en forma inherente muchos ciclos menores.
Por ejemplo, las Lunas Llenas contenidas en un año son una vuelta
o ciclo de una espiral conformada por años y estos años forman otras
vueltas o ciclos de otras espirales mayores. Las Lunas Llenas de Aries,
Tauro y Géminis son el núcleo vital de este ciclo anual, estas tres
Lunas Llenas son la Pulsación Vital y Central, son el cierre y la
apertura de un nuevo ciclo siempre dentro de una vuelta superior de la
espiral. Por lo tanto, las Lunas Llenas de Géminis a Libra son de
Dilatación o Expansión, la Luna Llena de Escorpio culmina la expansión e
inicia la siguiente fase que es de Contracción y esta fase concluye con
la Gloriosa Resurrección en Aries y la proclama, “Surjo y desde el plano
de la mente rijo,” por parte del Guerrero consagrado e identificado con
la Voluntad, Intención, Propósito y Plan Divino. La Pulsación o Pulso
Vital y Central manifestado y experimentado en las tres Lunas mayores de
Aries, Tauro y Géminis determinan y cualifican el Ritmo Base que
imperará durante las Lunas Llenas restantes del ciclo
anual. Este Ritmo Base en las siguientes Lunas Llenas del
año será enriquecido, fortalecido, matizado, etc., por los elementos
contenidos en cada una de las Lunas Llenas a realizarse para completar
el ciclo anual; estos elementos son astrológicos, de rayos, de
Constelaciones, del Sistema Solar, del planeta como lo son de Shamballa,
de la Jerarquía Divina, de los Ashramas que conforman la Jerarquía
Divina, y por lo tanto a nivel de la Humanidad Una, implicando a
cualquiera de los Siete Campos de Experiencia humana, Política,
Educación, Economía, y así sucesivamente, y muchos otros elementos
más.
Todo
ritmo real proveniente de fuentes superiores de Mayor Luz y Vida, de la
Jerarquía Divina, de Shamballa, del Corazón del Sol, del Gran Sol
Central, etc., se sustenta inexorablemente en un Triángulo Mágico
conformado de la siguiente forma, Puntualidad, Precisión y
Sincronización, y su resultado explícito es la Belleza, y por ende el
progreso real hacia esferas divinas y superiores de los Mundos del
Significado, la Verdad y la Vida. Cuando existe la ausencia del ritmo
correcto y real, entonces la Ley de los Ciclos no funciona correctamente
y una evidente manifestación de ello es el caos, la fealdad, el dolor,
el sufrimiento y la destrucción. Este mismo ciclo se
manifiesta mensualmente de la forma siguiente, La Luna Llena es la
Cúspide o Pulsación Vital y Central, incluyendo los tres días
anteriores, el día exacto de la Luna Llena y los tres día posteriores,
lo cual significa que desde la Luna Llena a la Luna Nueva es la fase de
expansión y desde la Luna Nueva hasta la Luna Llena es la fase de
contracción, todo esto siempre vinculado inexorablemente a una serie de
elementos de constelaciones, solares, planetarios y terrestres, no
solamente de la dimensión física sino también de las dimensiones
subjetivas contenidas en el Plano Físico Cósmico y más allá de este
plano de manifestación. Cada Luna Llena viene repleta de elementos
redentores y por ende de Luz y Vida. Por ejemplo, existen tres tipos de
acciones muy especificas contenidas en las diversas Lunas Llenas, que se
pueden entender como Crisis de Individualización, Crisis de Orientación
y Crisis de Iniciación, otros elementos más como rayos, elementos
astrológicos, y así sucesivamente. Continuando con este
mismo ciclo, se encuentra manifestado semanalmente donde el día de la
Luna Llena es el día central y factor determinante y los tres días
posteriores son de expansión o distribución de las energías acumuladas
en los días anteriores. Estas energías se distribuyen en el triple mundo
de las formas, mundo de la mente inferior, mundo emocional y mundo
etérico-físico y los tres días anteriores son de contracción, lo cual
significa de meditación y polarización firme e indesviable en los Mundos
Superiores, el Alma Divina, el Ashrama, la Jerarquía Divina, Shamballa,
y otros mundos más de Luz y VIDA, con la finalidad de recibir y contener
la mayor cantidad posible de las dadivas divinas disponibles en ese
momento. Este mismo ciclo se sucede en el día exacto de la Luna Llena de
la siguiente forma, las 12 horas posteriores a la Hora exacta de la Luna
Llena son de expansión y distribución y las 12 horas previas son de
contracción o polarización, orientación firme hacia el mundo subjetivo,
etc. Y finalmente se encuentra este mismo ciclo en el corazón del cuerpo
humano con su latido o pulso cardiaco y su Diástole o movimiento de
dilatación o expansión y la Sístole o movimiento de contracción. De esta
forma el alineamiento, sincronización y ritmo de la Vida y Luz viajan
desde esferas ultra-solares pasando por Shamballa, por la Jerarquía
Divina, el Alma divina del ser humano hasta anclarse en el corazón
humano. ¿Y qué función desempeña La Gran Invocación
en relación con los Plenilunios y la Ley de Ciclos? La respuesta abarca
un tema demasiado enorme, como para responder con suficiente
satisfacción. Sin embargo, se puede mencionar lo siguiente: La familia
humana en su inmensa mayoría vive y existe condicionada fehacientemente
por el pasado, y no condicionada e influenciada vitalmente por el
futuro, el futuro no como tiempo, sino como Estado de Ser. Este estado
de Ser tiene su centro vital de existencia en Shamballa, y es en los
tiempos presentes de evolución que La Gran Invocación, los Plenilunios y
el continuo proceso y dinámica de la Ciencia de la Resurrección conducen
a Shamballa, en un distante futuro. La visión y los hechos del presente
orientados hacia el futuro para la resurrección individual, colectiva y
total de la humanidad son elementos vitales de la evolución humana y
esta visión del futuro como Estado de Ser se encuentra implícitamente
contenida en sus diversas fases, grados, alcances, etc. en La Gran
Invocación. Otra factor a mencionar vinculado con La Gran
Invocación y los Plenilunios es la Ciencia del Mántram Yoga donde la
Voluntad y el Sonido mántrico desempeñan una función esencial en la
construcción del nuevo mundo y del nuevo cielo. Es aquí donde la
magia, luz y poder del Segundo y Séptimo Rayo, rayos contenidos en la
Era de Acuarius, se fusionan en la magia y poder de La Gran Invocación
creando una nueva realidad desde el reino mineral hasta Shamballa;
igualmente en el planeta Tierra, donde el ritmo del Alma divina se
impone sobre la vivencia arrítmica de la triple personalidad humana, y
el Ritmo de la Jerarquía Divina triunfa sobre el caos, la fealdad y la
destrucción de la familia humana. Finalmente La Gran
Invocación es la Respuesta por excelencia y máxime cuando se fusiona con
el Entusiasmo del peregrino en la luz a la Pulsación Central, a las
energías entrantes a la esfera planetaria, al Llamado Superior que surge
desde el supremo Concilio de Shamballa, porque ante los impactos e
impresiones de las energías en cada Luna Llena también se puede
reaccionar o responder mecánicamente y ello significa aumentar el dolor,
sufrimiento y destrucción planetarios. Así usando un corazón radiante,
donde el entusiasmo sabio y la Imaginación Creadora y una mente con su
poder, con su luz y Visualización y la Volunta Espiritual y Divina son
los vehículos implícitos en La Gran Invocación, lo que conduce a la
Realización intrínseca del Plan Divino en la
Tierra.
Consiste en recitar
LGI cada
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