¿CÓMO NOS SENTIRÍAMOS los humanos si no fuésemos más que animales de compañía de otra raza?
En la historia del séptimo arte siempre hay joyas desconocidas,
pequeñas piezas maestras. El Planeta Salvaje es uno de esos tesoros
escondidos.
El
insólito planeta Ygam está habitado por los Draags, una raza alienígena humanoide de gigantes de 12 metros de estatura, piel azulada y rojizos
ojos saltones. Unos seres avanzados e inteligentes que llevan una
plácida existencia dedicada a la meditación. Poseen unos pequeños
animales domésticos: los Oms, descendientes de la raza humana llevados
a un estadio de involución. Planeta Salvaje plantea, en clave de
ciencia-ficción, un alegato sobre la tolerancia humana y apela a la
coexistencia pacífica entre seres diferentes, nos lleva a pensar sobre
relación que el hombre establece con otros seres a los que considera
inferiores. Una metáfora explícita de conceptos como la esclavitud y la
superioridad de las razas.
Según la crítica "la belleza y simplicidad de sus formas facilitan el
acercamiento a la reflexión sobre la paz y la tolerancia que propone el
director.
El film está considerado como un hito en el cine de animación por
el uso de suntuosos decorados y criaturas extrañas que conjugan el
encanto onírico y un terror surrealista".
Por todas estas razones la película fue galardonada con el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes en 1973.
Título original: La Planète Sauvage
Dirección: René Laloux
Guión: René Laloux, Steve Hayes, Roland Topor, basada en la novela de Stefan Wul
Producción: Roger Corman, Anatole Dauman
Música: Alain Goraguer
Fotografía: Boris Baromykin, Lubomir Rejthar
Francia, 1973
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