De: Red de Consciencia <lacasadelared@gmail.com>
Fecha: 27 de octubre de 2009 14:57
Asunto: El amanecer de una nueva Era / Aurora M. Ocampo
Para: Foro Escritores Mexicanos <
dem@egrupos.net>
Por Aurora M. Ocampo A María Rosa Palazón por su libro ¿Fraternidad o dominio?
Foto de Susana Casarin
Antes de empezar a poner a consideración ante ustedes este texto,
quiero, a manera de antecedente, decirles que al saber que había salido
de la imprenta el noveno y último tomo de nuestro Diccionario de
escritores mexicanos. Siglo XX, en nueve volúmenes, los cuales abarcan
a los escritores cuyos apellidos van de la A a la Z, pensé en hablar en
estas Jornadas Filológicas, de lo que significa para mí el ver
publicada esta primera etapa de una investigación sobre los escritores
mexicanos de la pasada centuria, investigación que empecé desde la
elaboración, con Ernesto Prado, de esa primera edición en un solo
volumen que vió la luz pública en 1967, y que tuvo su antecedente en mi
tesis Literatura mexicana contemporánea, publicada en 1965, la que a su
vez empecé a investigar desde 1962 y aún antes, desde que se fundó el
Centro de Estudios Literarios, en octubre de 1956… Toda una vida…
Pensaba desarrollar la pregunta ¿Qué me ha dejado a mí, como ser
humano, el estudio de la literatura de nuestra América?. Y digo de
“nuestra América” como Martí, porque desde que cursé el doctorado en la
década de los sesenta, me di cuenta que la literatura mexicana era sólo
parte de un todo: la literatura iberoamericana. Esto me lo hizo ver
Rosario Castellanos, a la que seguí en sus clases por años, al grado
que me bautizó con el nombre de “su alumna de tiempo completo”; me
pidió después que fuera su ayudante y, más tarde, que la supliera en
sus clases cuando se fue de embajadora de México a Israel, las cuales
imparto desde su prematura muerte, a los cuarenta y nueve años (¡tenía
todavía tanto que decir!)...
Y bien ¿Qué relación tiene el
haber estudiado, escrito y dado clases desde entonces sobre la
narrativa iberoamericana del siglo XX, con el texto que hoy les
comparto “El amanecer de una nueva Era” y con la lectura del libro de
María Rosa que originó este texto? Trataré de explicarme.
Vengo
dando clases desde 1956, y desde que fui ayudante de las clases de
Rosario a finales de los sesenta, sólo de literatura iberoamericana,
especialmente de su narrativa en el siglo XX. Precisamente para mis
alumnos publiqué la Bibliografía crítica de los novelistas
iberoamericanos de ese siglo, y las antologías de La crítica de la
novela iberoamericana, de la Novela mexicana y la de Cuentistas
mexicanas, y ha sido en mis clases (más que en mis investigaciones, las
cuales han sido permanentes), en las que me he dado cuenta que, para
entender a cabalidad los textos de un Carpentier, Borges, García
Márquez, Onetti, Rulfo, Fuentes, Rosario Castellanos, Roa Bastos,
Octavio Paz, Vargas Llosa, León Felipe, Inés Arredondo, Pellicer,
Cortázar, Rubén Bonifaz Nuño, Elena Garro o Ernesto Sábato, por citar
sólo a algunos, era necesario adentrarme en lo que ellos conocían muy
bien: las antiguas tradiciones de la humanidad, los conocimientos
esotéricos que hay detrás de esas tradiciones… Últimamente leí a Iván
Illich y a Javier Sicilia. Algo escrito recientemente por este último
sobre “El gozo de la palabra”, explica mejor que yo esa relación de la
que les hablaba líneas atrás… Cito, mejor dicho resumo y parafraseo:
“La literatura es una plegaria al misterio que la posmodernidad ha
desmantelado: una plegaria que clama y encarna el sentido y su
trascendencia. Dostoievski escribió, pensando en el nihilismo que veía
aparecer en el horizonte de las ideas modernas: “la belleza --y la gran
literatura, es ante todo BELLEZA-- los hará libres”3. Una paráfrasis de
las palabras de Cristo: La VERDAD os hará libres”.
La BELLEZA
no es esa verdad, nos sigue diciendo Sicilia, de las grandes ideologías
que, creyendo que poseían toda la interpretación del sentido de lo
real, nos llevó a la Inquisición, a Auschwitz y a los gulags
soviéticos; tampoco es la debilidad posmoderna que, temerosa de las
grandes interpretaciones de la modernidad, niega el sentido hasta
diluirlo en nada y conducirnos a la disolución y a la ausencia de
límites que viven nuestras actuales sociedades.
La BELLEZA, en
cambio, dice, como la modernidad, que hay sentido, es decir, verdad,
pero que ese sentido, esa verdad, no puede decirse absolutamente. La
BELLEZA, la LITERATURA, simplemente lo insinúa, lo vela, a través de
una forma, de un lenguaje, para revelarlo en sus inmensas y profundas
capas de sentido.
La BELLEZA, por lo tanto, no es la verdad
dura de la modernidad ni la debilidad inane y desértica de la
posmodernidad, sino el justo equilibrio, la plegaria que permite al
sentido, al VERBO, encarnarse, decirse a través de múltiples rostros…
Una frase de Lanza de Vasto, el gran discípulo católico de Gandhi,
puede resumirlo mejor: “La BELLEZA es las muchas habitaciones en la
casa del Padre”, es decir, las muchas habitaciones de la VERDAD que, en
su infinitud, sobrepasa la verdad de las grandes ideologías y que sólo
tocan y revelan los grandes místicos y las joyas de la gran
literatura…”4
Hasta aquí dejo el antecedente de lo que aquí he venido a exponer ante ustedes, y entro en materia:
No sólo tú, María Rosa, con la que coincido totalmente, estás ávida de
esa profecía de una sociedad fraterna, de esa “noche de júbilo” que nos
dejará “cansados y felices, en los linderos de la aurora”, de lo que yo
intuyo como el amanecer de una nueva Era…
Estamos todos los que
pensamos, y somos muchos, te lo aseguro, en las necesidades de tantos
seres humanos para su subsistencia y convivencia en armonía y paz sobre
la Tierra, respetándonos nuestras diferencias y culturas. Inclusive
aquéllos a quienes les preocupa sólo satisfacer sus propias necesidades
diarias, ellos también, unos más otros menos, ven, sienten, presienten
que algo anda mal y no sólo mal sino que, sin pausa, va de mal en peor,
sin que se vislumbre alguna posibilidad de cambio en un futuro cercano.
A todos ellos debemos acercarnos. ¿Cómo? Preguntándonos como tú lo has
hecho en tu libro, cada quien con sus propias palabras o interpretando
las de otros que nos han motivado a hacerlo…
Una pregunta obligada que nos invitaría a reflexionar sería:
¿Por qué parece haber fracasado la humanidad, a pesar de que la
Sabiduría de Aquél que lo rige todo ha puesto en sus manos, en estos
últimos cien años más conocimientos que en toda su historia?
Cualquiera que sepa observar su entorno y reflexionar en todo lo que
sucede a diario, lee los periódicos y escucha a su prójimo, o el que
sabe un poco de historia y analiza lo escrito en la gran literatura, o
aquel al que simplemente le gusta leer o investigar en las tradiciones
de pueblos antiguos y recientes, no puede negar que, a la vez que todo
anda mal, detrás hay una Sabiduría infinita que el hombre ha
interpretado y dado formas acorde con sus limitados conocimientos de sí
mismo…
El hombre en realidad no ha inventado nada; lo que ha
podido desarrollar en el campo de la ciencia y la tecnología es gracias
a esa Sabiduría que lo ES TODO, la que está en todo, la que nos permite
a través del arte entenderla, esa Sabiduría en la que vivimos, nos
movemos y SOMOS. Recordamos lo que en ÉL/ELLA sabemos. Lamentablemente
la humanidad lo/la ha limitado, lo/la hemos bajado a nuestro nivel.
Estamos llenos de prejuicios, de miedos, de egoísmo; ambicionamos el
dinero y el poder y lo/la hemos encerrado en religiones
institucionalizadas, en templos, en formas humanas. Muchos de nosotros
lo/la hemos utilizado para amedrentar, sojuzgar, someter y hasta para
¡matar en su nombre!
Ocultamos bajezas y ambiciones personales
tras apariencias de ser y actuar como intermediarios o representantes
de ÉL, presentándolo como implacable, celoso, vengativo y soberbio…
¿Cómo es posible que viendo morir a los que nos rodean y sabiendo que
nadie se salva de la muerte, que viendo a tantos nacer, crecer y
multiplicarse para llegar a lo mismo, muchos no se hayan aún planteado
las preguntas eternas?: ¿Por qué, para qué hemos venido a este mundo?
¿Cuál es nuestra verdadera misión en esta Tierra?
Sabemos que
muchos filósofos han especulado sobre ellas, a lo largo y ancho del
mundo. Miles han escudriñado la Naturaleza, han indagado en sus
secretos. Precisamente a ello se debe el adelanto actual alcanzado por
la ciencia y la tecnología. Pero, ¿qué es lo que vemos?: Un mundo en el
cual el abismo entre la riqueza y la pobreza es cada vez mayor, cada
vez hay más pobres y los ricos que son los menos, cada vez más ricos;
día a día crece el número de desempleados, la educación se adecúa a
intereses económicos y políticos, son pocas las universidades como la
nuestra, que se interesan por igual en las ciencias que en las
humanidades.
¿Se ayuda orientando a la juventud hacia un espíritu de servicio y respeto al prójimo?
Observemos también cómo, en la mayor parte de nuestro planeta, crece la
ambición de poder y control de las materias primas en aquellos que
rigen el destino de las naciones, tanto en regímenes que presumen de
democráticos como en los dictatoriales.
¿A intereses de quiénes
sirven los que están al frente de la justicia, de las fuerzas de
seguridad, del gobierno? Preguntémonos esto ¿A los intereses de quién?
¿Qué pasa con los niños y jóvenes abandonados a su suerte, con los
niños de la calle de todas las ciudades del mundo, expuestos a
enfermedades, desnutrición y explotación? ¿Qué pasa con los huérfanos?
¿Con las madres solteras cada vez más jóvenes, casi niñas, sin
preparación ni medios para afrontar la crianza y educación de sus
hijos? ¿Qué pasa con los suicidas, con los drogadictos, el número de
los cuales va en aumento, a la par que la delincuencia? ¿Qué con el
aumento de la producción mundial y la caída de la demanda, la cual
genera competencia cada vez mayor, desleal y corrupta? ¿Y qué haremos
con los cientos de males que afectan a la humanidad en todos los
niveles en esta sociedad de consumo, a la que sólo le interesa el
mercado?
¿Cómo vamos a liberarnos de todo esto si aquéllos que
conducen al mundo a través de la política, de una pseudo-justicia,
seguridad, economía, educación, orden, etcétera, no han hecho otra cosa
mas que buscar el control, el poder y el dinero? Estos no han hecho
ningún esfuerzo para descubrir quiénes SOMOS realmente, ni para qué
estamos en este planeta, ni cuáles son nuestras reales necesidades y
derechos…
Hasta ahora los seres humanos han creído en políticos
de diversas orientaciones ideológicas; han creído en economistas, en
falsos religiosos, en filósofos, en dictadores, en líderes, en
demócratas, y han peleado entre sí por las ideas o creencias de los que
han seguido, por lo que lo único que vemos como resultado son cientos
de millones de muertos…, vemos cómo los que tienen el poder y el dinero
ignorando el hambre de los pobres del mundo mantienen guerras para
controlar las materias primas de otros países… Vemos, que no sólo son
asesinos los que matan en las guerras sino también lo son, y aún más,
los que ordenaron hacerlo.
Entender a los manipulados, explotados, empobrecidos, que en su desesperación se lanzan a defenderse con las armas.
También hemos actuado como tales los que con tímidos pensamientos y
sentimientos hemos alentado y alimentado desde nuestra indiferencia y
nuestro silencio a los que explotan y matan a sus semejantes…
¿Por qué no recordar entonces y poner en práctica lo que en nuestra
mente y corazón está grabado?: “El amaos los unos a los otros”; ¿No
estamos acaso convencidos de que sólo el AMOR salvará al mundo? Él nos
mostró el camino del AMOR a través del servicio y la tolerancia, jamás
invitó a nadie a seguirlo para someter o matar a otros en su nombre.
Esta Era de creer toca a su fin y, como se telescopian el invierno y la
primavera, en este final de una Era se vislumbra ya la siguiente, la
Era de Saber, de la Sabiduría, la Era Fraterna María Rosa, de una nueva
aurora.
Aurora M. Ocampo
15 de noviembre 2007 / Jornadas Filológicas 2007. IIF-UNAM.
21 de mayo 2008
Tomado de
http://aurora-m-ocampo.blogspot.com