Bárbara Ann Brennan.
El punto de
vista científico de la realidad apoya la idea de que estamos compuestos por
campos energéticos y va, de hecho, mucho más allá, hasta alcanzar reinos que
justamente estamos empezando a experimentar, es decir, nos lleva a una visión
holográfica del universo. En este universo todas las cosas están
interconectadas.
La
Física Newtoniana.
Se extendió
al siglo XIX para describir un universo compuesto fundamentalmente por bloques
denominados átomos, a su vez, estaban formados por objetos sólidos, un núcleo
de neutrones y protones, con los electrones girando en torno a dicho núcleo en
forma muy parecida al desplazamiento de la tierra alrededor del sol. Todavía no
se conocían las interacciones energía-materia, como sucede cuando la radio
interpreta música en respuesta a ondas invisibles.
La
perspectiva Newtoniana resulta reconfortante para quienes prefieren considerar
el mundo como algo sólido y en gran medida inmutable, con una serie de reglas
bien definidas que regulan su funcionamiento. Gran parte de nuestras vidas se
siguen rigiendo por la mecánica newtoniana.
Es fácil
considerarnos a nosotros mismos como elementos mecánicos e ignorar la
experiencia humana interna, más profunda.
La Teoría del Campo.
El descubrimiento e investigación de los
fenómenos electromagnéticos condujeron al concepto del campo. Se define éste
como la condición en el espacio que tiene potencialidad para producir una
fuerza. Cada carga crea una “alteración” o una “condición” en el espacio
circundante de manera que la otra carga, cuando está presente, siente una
fuerza. Así nació la concepción de un universo lleno de campos que crean
fuerzas mutuamente interactivas. Se contaba por fin con un marco científico con
el que podía empezar a explicar nuestra capacidad para afectarnos mutuamente a
distancia por medios que no sean la palabra o la vista.
Estamos
empezando a admitir que nosotros mismos estamos formados por campos. Notamos la
presencia de otras personas en una habitación sin oírlas ni verlas (interacción
de campos); hablamos de buenas o malas vibraciones, de enviar energía a otros o
de leer los pensamientos de terceros.
Ese “saber”
se puede explicar por la presencia o ausencia de armonía en nuestras
interacciones de campo. Este es el principio por el cual se logrará formar la
“masa crítica”.
La
Relatividad.
Albert
Einstein, según su teoría de la relatividad, el espacio no es tridimensional y
el tiempo tampoco es una entidad aparte, sino que ambos están íntimamente
conectados y forman un continuo tetradimensional, el “espacio-tiempo”. Por
tanto nunca podemos hablar de espacio
sin tiempo, y viceversa. Además no existe flujo universal de tiempo, no
es lineal ni absoluto. El tiempo es relativo.
Ello
significa que dos observadores ordenarán los acontecimientos en el tiempo de
forma distinta si se mueven con velocidades diferentes en relación con los
acontecimientos observados. Por tanto, todas las mediciones que impliquen
espacio y tiempo pierden su importancia absoluta. Tanto tiempo como espacio se
convierten simplemente en elementos para describir los fenómenos.
Según la
teoría de la relatividad de Einstein, en determinadas condiciones, dos
observadores pueden, incluso, ver dos acontecimientos en tiempos inversos.
Todavía no
hemos integrado esta parte de la relatividad de Einstein en nuestra vida, por
ejemplo, cuando captamos una señal psíquica de un amigo que se haya en
dificultades, comprobamos la hora y llamamos a dicha persona para ver si está
bien. Cuando nos dice que no ha sucedido
nada, llegamos a la conclusión de que la imaginación nos ha hecho una mala
pasada e invalidamos nuestra experiencia. Esta es la filosofía Newtoniana.
Lo que vimos
fue una experiencia real. Como el tiempo no es lineal, puede haber sucedido ya,
o estaba ocurriendo en el momento en que lo vimos, o quizá se produzca en el
futuro.
Pero el hecho
de que no haya sucedido en el tiempo en el que tratamos de relacionarlo, no
demuestra en modo alguno, que nuestro discernimiento sobre la posibilidad
estuviera equivocado. Nuestro tiempo varía con los cambios de humor o con la
experiencia por la que estemos pasando.
El continuo
espacio-tiempo de Einstein indica que la aparente linealidad de los
acontecimientos depende del observador. Casi todos estamos plenamente
dispuestos a aceptar las vidas pasadas como vidas físicas literales que han
sucedido en el pasado en un escenario físico como éste. Nuestras vidas pasadas
pueden estar sucediendo ahora mismo en un continuo espacio-tiempo diferente.
Muchos hemos experimentado vidas pasadas y sentimos sus efectos como si hiciera
poco tiempo que han transcurrido.
Otra
consecuencia importante de la relatividad de Einstein es la comprensión del
hecho de que la materia y energía son intercambiables. La masa no es más que
una masa de energía. La materia es simplemente energía que ha perdido velocidad
o se ha cristalizado. Nuestros cuerpos son energía.
Los físicos
comprendieron que la paradoja forma parte de la naturaleza intrínseca del mundo
subatómico sobre el que se funda toda nuestra realidad física. Por ejemplo, se
puede realizar un experimento que demuestre que la luz es una partícula, pero
si se introduce en él un pequeño cambio se demostrará que la luz es una onda.
De este modo pasamos a un universo basado en la dualidad de conceptos (Ley de
la dualidad). Los físicos lo denominan complementariedad.
Max Planck
descubrió que la energía de la radiación térmica (como la de un radiador
casero) no es de emisión continua, sino que se presenta en forma de discretos
“paquetes de energía” denominados quanta. Einstein postuló que todas las formas
de radiación electromagnética aparecen no sólo en forma de ondas sino también
como cuantos. Estos cuantos luminosos o paquetes de energía, han sido aceptados
como auténticas partículas. Llegados a este punto, una partícula, que es la
definición más afín a la de una “cosa” ¡es un paquete de energía!
La búsqueda
de los bloques fundamentales de la materia hubo de ser abandonada cuando los
físicos encontraron un gran número de partículas elementales que apenas podían
calificarse como cuerpos materiales. Han descubierto que la materia es
totalmente mutable y que a nivel subatómico no hay certidumbre de que la
materia exista en lugares definidos, sino que más bien muestra cierta
“tendencia” a existir.
Todas las
partículas se pueden transmutar en otras. Se pueden crear a partir de la
energía y convertirse en otras partículas.
Los
físicos han descubierto que las partículas
pueden ser simultáneamente ondas, ya que no son ondas físicas reales, como las
del sonido o el agua, sino más bien fenómenos ondulatorios de probabilidad. Las
ondas de probabilidad no representan las probabilidades de las cosas, sino más
bien probabilidades de interconexión. No existe lo que llamamos cosa”. Lo que
solíamos llamar “cosas” son en realidad “sucesos” o procesos que podrían
convertirse es sucesos.
Nuestro viejo
mundo de objetos sólidos y leyes deterministas se han disuelto ya en un mundo
de pautas de interconexiones ondulantes. El universo entero se nos presenta
como una trama de pautas energéticas inseparables. Así, definimos el universo
como un todo dinámico que incluye siempre de forma esencial al observador. Por
lo tanto no somos partes separadas de un todo, somos un todo.
David Bohm ha
escrito acerca de un “orden plegado implícito” que existe en estado
no-manifiesto y que constituye la base sobre la que descansa toda realidad
manifiesta. A esta última la denomina el “orden desplegado explícito”. “Se
considera que las partes presentan una conexión inmediata, en la que sus
relaciones dinámicas dependen irreductiblemente del estado de todo el
sistema... Así, somos conducidos a una nueva noción de integridad no
fragmentada que niega la idea clásica de la analizabilidad del mundo en partes
existentes de forma separada e independiente”.
El doctor
Bohm afirma que el punto holográfico del universo es el trampolín que facilita
la comprensión de los órdenes plegado implícito y desplegado explícito.
El concepto
de holograma especifica que cada pieza es una representación exacta del todo y
se puede utilizar para reconstruir el holograma completo.
En 1971,
Dennis Gabor recibió el premio Nobel por la formación del primer holograma. Era
una fotografía captada sin objetivo en
la que se registró un campo de luz dispersa por un objeto, en forma de pauta de
interferencia sobre una placa.
Cuando se
sitúa el holograma o registro fotográfico en un haz de láser o de luz
coherente, la pauta de onda original se regenera para formar una imagen
tridimensional. Cada pieza del holograma es una representación exacta del todo
y reconstruirá la imagen completa.
La estructura
profunda del cerebro es esencialmente holográfica. Las estructuras cerebrales
ven, oyen, gusta, huelen y tocan holográficamente. Seguidamente, la información
es distribuida por todo el sistema de manera que cada fragmento puede producir
el informe completo. El cerebro emplea un proceso holográfico para extractar
información de un campo holográfico que trasciende el tiempo y el espacio.
Los
parapsicólogos han investigado las energías susceptibles de generar telepatía,
psicocinesis y curación. Desde el punto de vista de un universo holográfico,
estos efectos surgen de frecuencias que trascienden el tiempo y el espacio; no
tienen que ser transmitidas. Son potencialmente simultaneas y están en todas
partes.
Desde el
marco holográfico de la realidad, cada parte del aura no sólo representa el
todo sino que además lo contiene. No somos una simple pauta de dicha pauta,
somos la pauta. Ella es nosotros y nosotros somos ella; sólo que ahora es
preciso abandonar el término “ella” y sustituirlo por algún otro más apropiado,
para derribar el bloqueo que experimentamos en nuestro cerebro cuando tratamos
de comunicarnos. Los científicos han utilizado términos como “probabilidades de
interconexión” o “trama dinámica de pautas energéticas inseparables”.
Toda
experiencia está interconectada. Por tanto, si tomamos conciencia de ello y
acogemos esa interconectividad en nuestros procesos cognitivos, podemos ser
concientes de todos los acontecimientos con independencia del tiempo. Pero tan
pronto como decimos “nosotros”, hemos vuelto a caer en el dualismo.
Es difícil
experimentar esta interconectividad cuando nuestra experiencia más importante
de la vida es dualista. La conciencia holística (supra-conciencia) estará fuera
del tiempo lineal y del espacio tridimensional y, por tanto no será reconocida
fácilmente. Hemos de practicar la experiencia holística para ser capaces de
reconocerla. La meditación es una forma de trascender los límites de la mente
lineal y permite que la interconectividad se convierta en una realidad
experimental.
En 1964, el
físico J. S. Bell dio a conocer una prueba matemática denominada teorema de
Bell. El teorema apoya matemáticamente le concepto de que las “partículas”
están conectadas según principios que trascienden el tiempo y el espacio. De
manera que cualquier cosa que le suceda
a una partícula afecta a las demás. Este efecto es inmediato y no necesita
tiempo para transmitirse.
Según el
teorema de Bell, los efectos pueden ser superluminales, es decir, más rápidos
que la velocidad de la luz. Estamos tratando de dar un paso hacia adelante
respecto a la dualidad onda / partícula.
Si los
físicos aprenden la forma en que actúa esta conectabilidad instantánea, cabe
pensar que aprenderíamos a captar concientemente nuestras conexiones
instantáneas con el mundo y entre nosotros.
La conexión
instantánea podría aportarnos la capacidad de leer el pensamiento de los demás
cada vez que lo deseáramos. Podríamos saber qué nos pasa a cada uno y tratar de
entendernos más profundamente. Además podríamos ver con mayor claridad cómo y
en qué medida afectan al mundo, mucho más de lo que habíamos pensado antes,
nuestros pensamientos, sentimientos (campos energéticos) y acciones.
Rupert
Sheldrake afirma que todos los sistemas están regulados no sólo por los
factores energéticos y materiales conocidos, sino también por campos invisibles
de organización. Estos campos generan elementos causativos, toda vez que sirven
de patrones para la forma y el comportamiento. Carecen de energía, en el
sentido normal del término porque su efecto va más allá de las barreras del tiempo
y espacio que normalmente se aplican a la energía. Es decir, su efecto tiene
una misma fuerza a larga y a corta distancia.
Según esta
hipótesis, cuando un miembro de determinada especie aprende algún
comportamiento nuevo, se cambia el campo causativo de dicha especie. Si repite
el comportamiento durante el tiempo suficiente, su “resonancia mórfica” afecta
a toda la especie. Sheldrake denominó a esta matriz invisible “campo
morfogenético”. La acción de este campo implica “acción a distancia”, tanto en
espacio como en tiempo.
Los cambios
morfogenéticos se pueden propagar a través del espacio y el tiempo y los
acontecimientos pasados pueden influir sobre otros sucesos en cualquier otro
lugar. Ese mismo efecto es aplicable a la física cuántica.
El experimento
de Einstein-Podolsky- Rosen, demostró la posibilidad de conexiones no locales,
es decir, sutiles conexiones de partículas distantes. En consecuencia, la
integración del sistema sería tal que no se podría atribuir el campo formativo
exclusivamente a una partícula sino al total. Así, algo que les suceda a
partículas distantes, puede afectar al campo formativo de otras.
La “noción”
de las leyes intemporales que regulan el universo, no parece sostenerse, porque
el tiempo en sí mismo es parte de la necesidad que desarrolló.
Por tanto, el
proceso creativo que provoca el nuevo pensamiento, a través del cual se
realizan nuevas entidades globales, es similar, en ese sentido, a la realidad
creativa que da lugar a los nuevos entes totales en el proceso evolucionista.
Se podría considerar que el proceso creativo es un desarrollo sucesivo de
totalidades más complejas y en mayor nivel, a través de cosas previamente
separadas que se conectan entre sí.
Jack Sarfatti
sugiere que la forma en la que puede existir la interconectividad superluminal
se relaciona con un plano más elevado de la realidad. Sugiere que las “cosas”
están más conectadas, o los acontecimientos más correlacionados” en un plano de
realidad situado por encima del nuestro y que las “cosas” de dicho plano se
encuentran conectadas a través de otro plano todavía más alto. Así, al llegar a
un nivel superior, podremos entender la instantaneidad con la que opera la
conectividad.
Los físicos
dicen que no existen entidades esenciales que constituyen la materia, pues el
universo es un todo inseparable, una vasta trama de posibilidades que se
entretejen. El universo manifiesto surge del todo.
En tanto que
somos partes inseparables de ese todo podemos entrar en un estado holístico de
ser, convertirnos en un todo y penetrar en los niveles creativos del universo
para curar instantáneamente a cualquiera, en cualquier sitio.
Una vez que
nos hayamos asociados con los campos energéticos, la conciencia superior se
relacionará con una frecuencia más elevada y con un mayor grado de coherencia.
Nuestros
cuerpos más elevados (frecuencias aurales más altas) son de un orden superior y
están más conectados con los cuerpos superiores de otros que nuestros cuerpos
físicos.
A medida que
progresa nuestra conciencia hacia frecuencias y cuerpos más elevados, nos vamos
conectando cada vez más, hasta que llega el momento en que somos uno con el
universo.
La
experiencia meditativa puede ser definitiva, por tanto, como la elevación de
nuestra conciencia a una frecuencia más alta de manera que pueda entonces
experimentar la realidad de nuestros cuerpos más elevados, de nuestra
conciencia más alta y de los mundos más altos en los que existimos.
Conforme
vayan avanzando los descubrimientos, sobre todo los relacionados con la física
cuántica y la astronomía, entre otras, caeremos en la cuenta de que todas las
leyes cósmicas, leyes herméticas, el manejo de las energías, la curación
cuántica, la transformación del cuerpo físico en cuerpo de arco iris, la tan
esperada masa crítica, la ascensión del planeta etc. tendrán sólidos
fundamentos científicos, y aquellos que ahora se refieren a nuestras creencias
como “la Utopía
de la Nueva Era”,
abrirán su conciencia facilitando y acelerando nuestro trabajo de LUZ.
Grupo Vittalys
Para entender
como el ser humano se inserta e interrelaciona con la vida y la naturaleza
vamos a utilizar ciertos principios o leyes de la teoría de campos cuánticos
relativistas.
Según la
moderna física cuántica las diferentes estructuras materiales son formas de energía. Esto quedó ampliamente
probado por el físico Albert Einstein cuando postulo su famosa y conocida
ecuación: E = mc2, dónde E es la energía de un sistema (materia) la cual tiene
una masa (m) y (c) es la velocidad de la luz. Esta ecuación un tanto compleja
para quienes no poseen conocimientos en física cuántica, establece que la masa
(materia) y la energía son expresiones duales de la misma sustancia universal.
Este “campo
de energía” es la fuente original de la que todos estamos compuestos. Es la
base de toda la existencia y vida. El calor del sol, la gasolina, la
electricidad, la energía que mantiene a los sistemas vivientes, son formas
diferentes de este “campo de energía”.
Se entiende
este “campo”, como el movimiento continuo de partículas subatómicas (fotones,
quark), los cuales se interrelacionan entre sí constantemente creando y
destruyendo materia (dualidad onda /
partícula), siendo la base de la existencia material.
Como dijo el
premio Nobel Carlo Rubia, “Las partículas materiales son una minoría”; existen
casi mil millones de veces más cuantos interactivos (en especial fotones, es
decir energía) que partículas con masa (nucleones, es decir, materia sólida).
Dada nuestra
capacidad de percepción solo podemos ver una pequeña parte de la realidad total
(espectro de la luz visible), es decir, una mil millonésima parte de la
existencia total.
Atendiendo a
esto, podemos establecer que todos los procesos materiales están regulados por
procesos energéticos. Somos, principalmente, un cuerpo de energía que tiene un
aspecto físico.
El ser humano
esta inserto en una realidad que es una totalidad. La totalidad del mundo y
todo lo que existe está completamente interrelacionado, hablar de individuos
aislados o separados es una distorsión de la realidad, como lo expresó el
físico cuántico David Bohm. Este llamado “campo de energía” es el que sostiene
la enorme y compleja interacción entre todo lo que existe. La vida se expresa y
se manifiesta como el fluir permanente de energías, mantenido por la tensión
constante entre dos polos.
El cuerpo
humano es un sistema abierto, es decir, necesita mantener un adecuado y
continuo intercambio de energías con su medio, para mantener sus mecanismos
reguladores y por lo tanto su salud.
Tomado de: http://www.scribd.com/doc/49898/Metafisica-es-Fisica-Pura
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Gloria H. http://armonicosdeconciencia.blogspot.com
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