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Asunto:[redluzargentina] Marx y/o Cristo... Cual es el problema? / Sylvia Maria de Jesus Valls
Fecha:Jueves, 29 de Septiembre, 2005  18:59:11 (-0500)
Autor:Interredes <redanahuak @...............mx>

 
To: Foro Meshiko-Latinoamerica <meshiko@elistas.net> 
Date: Thu, 29 Sep 2005 18:46:37 -0500 
 
 
MARX Y/O  CRISTO... ¿CUÁL ES EL PROBLEMA? 
 
 
Sylvia María de Jesús Valls 
Texto manuscrito de 1983 
Valle de Bravo, Edo. de México. 
Exclusiva para la Red Anáhuak. 
Agradecemos su difusión. 
 
 
Introducción 
 
Durante las elecciones pasadas tuve la oportunidad de asistir, a veces con 
cierto sentimiento de alivio, otras con verdadera pesadumbre, al desarrollo 
de un polémico debate público (que nunca, hay que decirlo, llegó a cuajar
 e
n 
verdadero diálogo) sobre la compatibilidad de permanecer fiel a la
 'doctrin
a 
cristiana' al mismo tiempo que se vota por un candidato 'marxista'. 
 Pensab
a 
que yo, en lo personal, había llegado a un nivel de comprensión del 
'problema' que me permitía descartarlo como problema en sí para llegar más 
bien al fondo de los errores comúnmente compartidos por casi todos los que 
hacen profesión de mantener a la vertiente 'marxista' del cristianismo 
inevitablemente enemistada con la vertiente que se autonombre 
'espiritualista' --epíteto este cuyo principal objeto es el de mantener en 
firme la oposición entre un grupo que se disputa poder y otro grupo que, 
igualmente y por razones idénticas, se disputa ese mismo poder. 
 
   Me preguntaba si era posible que por fin los 'religiosos' de distintas 
ramas del pensamiento judeo-cristiano alcanzasen un nivel de honestidad 
intelectual suficiente como para quitarnos de encima tan innecesario motivo 
de división. El meollo del problema, empero, no es tanto los 'errores' (que 
en definitiva son susceptibles de rectificación allí donde prime una 
honestidad de sentimientos) como la mala fe que acompaña toda estrategia 
encaminada a preservar los 'fueros y privilegios' de pertenecer a un grupo 
específico llámese partido, iglesia, o ejército. A pesar de lo cual me 
parece oportuno, en esta coyuntura de la vida religiosa y política que nos 
rodea y en la que cada cual de alguna forma participa, intervenir (en la 
medida en que mi conocimiento me lo permite) a favor de un diálogo que 
estimo de extraordinaria urgencia para el futuro de nuestra especie y, muy 
particularmente (dadas sus tradiciones e historia) para los países 
latinoamericanos. 
 
Claro que en la solución de este (falso) problema he tenido muy buena
 ayuda
. 
Al cabo de algunos años de experiencia y de estudios pude llegar a ciertas 
conclusiones antes de que viniera a fortalecerme en mis actitudes la
 lectur
a 
de una obra a la cual me referiré y que considero de trascendental 
importancia para nuestra supervivencia tanto física como espiritual en este 
siglo como en ese otro que, mientras más se acerca, más lejano se nos
 antoj
a 
por lo difícil que nos va pareciendo a muchos llegar a él, o que nuestros 
hijos lleguen a verlo sin tenerse que arrepentir de haber nacido (¡más 
justamente, sin que nos maldigan por haberles traído al mundo!). 
 
En efecto, se nos hace cada vez más difícil imaginar un futuro viable de no 
lograrse romper, para empezar, con ciertos hábitos mentales que impiden la 
solución de los inmensos problemas que agotan nuestras generaciones en este 
apocaliptísimo fin de milenio y que son el producto de un proceso de 
acondicionamiento ya bien estudiado y cuyos efectos se tendrían que ir 
deshaciendo mediante la utilización de cierto tipo de remedio y no de otro. 
Esto último es muy importante pues entraña el milenario conflicto de dejar 
intacta la libertad fundamental del ser humano a pesar de una educación que 
forzosamente será determinante. 
 
Todo lo que voy a decir ya ha sido dicho alguna vez en alguna parte y hasta 
muchas veces en muchas partes. Lo único que hay de nuevo en este mundo que 
realmente valga la pena son los ojos del recién nacido, abiertos como 
grandes pantallas (pantallas-panderetas) al mundo (a los mundos) capaces de 
admitirlo todo, de reinterpretarlo todo...hasta que, con los años, los 
hábitos adquiridos hacen que los ojos cada vez encuentren menos que ver y 
por eso, quizá, será que se van cerrando hasta que a penas quedan sobre el 
semblante dos rendijas engurruñadas (entonces el cuello se estira y se 
estira pero los ojos permanecen semi-cerrados, admitiendo a penas las 
sombras del pasado). 
 
En fin, que si ya todo ha sido dicho pocos han escuchado y entonces las 
verdades tienen que ser pronunciadas de nuevo en una lengua que de alguna 
forma llegue, penetre, haga luz en otras conciencias ­logre abrir el 
entendimiento mientras aún nos quede tiempo: ese tiempo que, a la par con
 e
l 
agua potable y el aire respirable y las tierras productivas se nos va 
acabando, acabando, acabando... a pesar del ³ciérrale, ciérrale² como de 
tanta retórica partidista al servicio de un criminal desacuerdo entre lo
 qu
e 
se proclama y lo que se alcanza a hacer. Y si bien no me acaba de gustar 
este tono sentencioso que tan a menudo adoptamos los preocupados por el 
mundo, se me hace difícil evitarlo siempre que al levantar la vista 
contemplo, abajo, el pueblo y las montañas y el lago... un lago cuya 
hermosura comienza a sufrir de la plaga del lirio y que ya está siendo 
sacrificado a las necesidades de esa insaciable metrópolis que todo lo
 chup
a 
para regurgitarlo smog. 
 
Entre los hábitos mentales que se nos van creando desde pequeños, y cuyo 
valor para la supervivencia parece cada vez más cuestionable, reside aquél 
de otorgarle a cualquier autoridad externa prioridad sobre el propio
 juicio
, 
aun cuando nuestras luces disputen la justicia del consenso ajeno ­ya sea 
éste 'mayoritario' o simplemente de 'alto mando'. Esta tendencia a delegar 
nuestras responsabilidades así como la propia capacidad de criterio, 
producto de experiencias particulares y específicas nuestras y del
 ejercici
o 
de la atención de la cual somos capaces, acusa la inmadurez de la mayor 
parte de nosotros aún sumisos psicológicamente a las figuras paternas y 
maternas. 
 
Si la obediencia es virtud, lo es sólo en la medida en que es otorgada con 
respeto ­es decir, como delegación responsable y madura de la propia 
capacidad para tomar decisiones que, en un momento dado, a lo mejor afectan 
no sólo mi propio destino sino el de muchos de mis semejantes. En momentos 
de gran peligro para el grupo social al que pertenezco, cuando las opciones 
son difíciles y la necesidad de decidir con prontitud exigen acción rápida, 
puedo ir a contrapelo de mi propio juicio si estimo que hay un margen de 
error posible en mi actitud. También calculo, al optar por esta
 auto-censur
a 
temporal, que ciertas medidas, si no son las mejores, pueden alcanzar su 
objetivo siempre que reciban un apoyo firme por parte de los interesados en 
dicha acción. 
 
Pero esos momentos de verdadera 'crisis' por lo general son de corta 
duración; pueden, a lo sumo, durar unas horas o unos meses: cuando
 pretende
n 
durar décadas e incluso siglos es porque de alguna forma un sistema de 
coacciones agenciadas por un grupo entronizado en el poder viene  a coartar 
mi obligación de ejercer mi responsabilidad personal: me exigen que
 continú
e 
a rendirle pleitesía a los que ya se han acostumbrado al poder de mando ­ 
hábito que a su vez se adquiere en muy poco tiempo y que casi nunca nos 
abandona: a los administradores, ya sea de la guerra, o de la 'paz', o de 
los muchos caminos que llevan al 'cielo' o al 'infierno', a la
 'estabilidad
' 
o a la 'anarquía'. (Desde que escribí esto, nos hemos acostumbrado al 
espectáculo de una 'crisis' tras otra agenciada a propósito para crear 
fervor patriótico y para distraer la atención de asuntos más importantes
 qu
e 
un Noriega o un Saddam Hussein). 
 
El deseo de controlar nuestro medio es una pasión que habita, 
comprensiblemente, en casi todos nosotros. Parte de nuestro medio está 
constituido por otros seres humanos. La familia, como se sabe y como muchos 
prefieren olvidar, es el primer contexto social dentro del cual jugamos el 
juego del poder, pero la familia suele ser también fuente de protección 
frente al resto de la sociedad ­no solamente su máximo verdugo.  [Esto
 sigu
e 
siendo así en el año 2005, aunque menos.] 
 
Dentro del contexto mayor del estado, o de la nación organizada 
políticamente mediante instituciones que reglamentan casi todos los
 aspecto
s 
del comportamiento individual, los seres humanos nos encontramos 
progresivamente menos protegidos por esos organismos que pretenden 
protegernos y que se consideran con derecho de exigirnos todo tipo de 
tributo. Menos servicio a mayor costo es el principio que parece regir hoy 
prácticamente todas las relaciones entre servidores (estatales o privados)
 
y 
sus clientes. Esto en términos generales, claro está. 
 
Ya se sabe que la burocracia ­sea estatal, corporativa, o eclesiástica- 
tiene como función: en primer lugar, mantenerse a sí misma, en segundo
 luga
r 
mantenerse a sí misma y, en tercer lugar, mantenerse a sí misma. Roma y 
Moscú tienen una historia muy parecida y cada cual reclama y exige su 
derecho a censurar y a explicar a su manera sus propios  'textos sagrados'. 
Pero preguntémosle a cualquier jerarca de iglesia dos o tres preguntas 
básicas como las que se le ocurre a cualquier niño de escuela primaria 
honestamente interesado en prepararse bien para su primera comunión  --no
 y
a 
que si Adán y Eva o que si los siete días de la creación o que si el Arca
 d
e 
Noé-- sino simplemente por qué Dios Todopoderoso siendo tan bueno permitió 
que el Mal entrara en su Creación, o por qué tanto 'misterio' con la 
Santísima Trinidad...Y, si de un marxista se tratara, qué en definitiva 
quiso decir Marx con eso de la 'dialéctica' de la 'materia'  y cómo y por 
qué, a pesar de la teoría de la lucha de clases, no se sale de una guerra 
entre los mismos poderosos pertenecientes (en teoría) a una misma clase... 
Dudo que, ni en un caso ni en el otro, la respuesta llegara a ser de las
 qu
e 
complacen ni a la inteligencia ni al corazón. Por motivos que el 
subsiguiente desarrollo espero logre esclarecer. 
 
¿El marxismo 'anticristiano'?  Notas hacia un diálogo posible. 
 
   Hay una parte en el marxismo que corresponde a las emociones ­el 
sentimiento de la justicia, la busca de hermandad entre los hombres y la 
creación de una sociedad igualitaria. Hay otra parte en el marxismo que 
corresponde --o quisiera hacerlo-- al intelecto: aquélla que trata de 
explicar las causas de injusticia (mejor aún, su mecanismo) y que llega a 
algunas conclusiones básicamente acertadas aunque cayendo en ciertos
 errore
s 
producidos (ironía de ironías) por una reacción psicológica o ideológica 
completamente fiel al mismo 'materialismo dialéctico' propuesto por Marx: 
errores que, una vez reconocidos (y sin menoscabo de la validez tanto 
intelectual como emocional de una buena parte del bagaje cultural que nos
 h
a 
legado el marxismo) dejan de impedir aquel nexo con el más auténtico de los 
cristianismos que todo pensamiento fiel al espíritu de mediación habrá de 
considerar precioso. 
 
Ese nexo consiste en una ética, producto de lo que en cada hombre hay de 
verdaderamente sagrado: ese sentimiento de justicia que le dicta 'tratarás
 
a 
tu prójimo como a ti mismo'  --aunque aquella impecable maestra que fuera 
Simone Weil creyó que sería mejor pensar 'tratarás a tu prójimo como él 
quisiera, en sus sentimientos de justicia, que se le trate'. En ambos casos 
esto implica 'con perfecto amor'.    Claro que sólo el estado de gracia ­el 
entusiasmo o el 'estar en Dios' (en theus) nos permite actuar de tal modo y 
hay que admitir que para el común de los mortales son bastante raros esos 
momentos de verdadero desprendimiento personal. 
 
Sin duda alguna, ciertas formas de existencia social hacen más o menos 
difícil esa beatitud de la cual depende cualquier acción de gracia ­una 
acción cuyas raíces se nutren de lo que Simone Weil llamó el ámbito de lo 
'impersonal', aquella región de nuestro ser que trasciende nuestra persona
 
y 
de donde irradia el bálsamo divino. Las asociaciones o hermandades 
monásticas así como cualquier tipo de sociedad de inspiración más o menos 
anarquista buscan lograr esa armonía o balance social dentro del cual el 
bienestar personal redunda en un constante beneficio social gracias 
(precisamente) a actos personales nutridos de gracia divina o de amor 
divino. Lo 'sobrenatural' en todo caso dista de ser un fenómeno 
'arbitrario', dice: 
 
Quienes creen que lo sobrenatural por definición opera de forma arbitraria
 
y 
que escapa a todo estudio lo desconocen tanto como quienes niegan su 
realidad.  Los místicos auténticos como San Juan de la Cruz describen los 
efectos de la gracia sobre el alma con una precisión de químico o geólogo. 
La influencia de lo sobrenatural sobre las sociedades humanas, aunque
 quizá
s 
aún más misteriosa, puede sin duda ser estudiada.  (Oppression et liberté, 
Gallimard, p. 219.) 
 
   Así como sucede con el marxismo, existe en el cristianismo una parte que 
corresponde a las emociones y que en lo básico no difiere del ideal
 marxist
a 
en lo que atañe a la creación de una comunidad igualitaria basada en la 
hermandad, el amor, la justicia. Pero la 'verdad cristiana', como cualquier 
gran verdad, incluye la posibilidad (y quizá tan sólo la posibilidad) de
 un
a 
realidad 'sobrenatural' a la cual los hombres tienen, o podrán tener, 
acceso.  Marx, víctima de su propio 'determinismo histórico', y sin 
sospechar hasta qué punto había penetrado en él la corrupción espiritual de 
la época, cometió un error completamente atribuible a su medio: viviendo en 
el siglo XIX, siglo burgués y por ende 'materialista' por excelencia, cayó 
en la trampa ideológica de la burguesía para la cual 'el Sujeto' acaba 
siendo esclavo del 'objeto'. 
 
   Esta explicación, que considero brillante por obvia y por sencilla (de 
ahí sin duda su ocultación o su transparencia) también se la debemos a 
Simone Weil cuya vida y obra me parecen tan ejemplares así como de 
insuperable interés para todo ser que se ahoga en la encrucijada MARX y/o 
CRISTO.  Fue naturalmente el mismo Marx quien notó que lo que mejor define 
al régimen capitalista es la inversión de la relación entre objeto y sujeto 
con el resultante sacrificio del sujeto a las exigencias del objeto ­es 
decir, a lo que es pura materia.  En términos de la historia de la clase 
obrera esto significó la más radical y denigrante sujeción del trabajador a 
las condiciones materiales del trabajo. El sentido de la revolución  por lo 
tanto debía ser precisamente el de restituirle al sujeto pensante la 
relación que éste debería mantener con la materia, devolviéndole en lo 
posible control sobre ella.  Explica S. Weil: 
 
Hegel creía en un espíritu escondido actuando en el universo y que la 
historia del mundo es simplemente la historia de ese espíritu en el mundo, 
el cual, como todo lo que es espiritual, tiende indefinidamente hacia la 
perfección.  Marx pretendió 'poner de pie'  la dialéctica hegeliana cuyo 
sentido acusaba de estar invertido;  sustituyó al espíritu como motor de la 
historia;  pero por una paradoja extraordinaria, concibió la historia a 
partir de esta rectificación como si atribuyese a la materia lo que es la 
esencia misma del espíritu ­una perpetua aspiración hacia algo mejor.  Por 
esta vertiente se ajustaba profundamente a la corriente general del 
pensamiento capitalista: transferir el principio de progreso a las cosas es 
dar una expresión filosófica a esa 'inversión del sujeto y del objeto' en
 e
l 
cual Marx percibía la esencia misma del capitalismo.  El auge de la gran 
industria ha convertido a las fuerzas productivas en divinidad de una 
especie de religión de la cual Marx, a pesar suyo, sufrió la influencia 
cuando elaboró su concepto de la historia.   El término de religión puede 
sorprender cuando se trata de Marx pero creer que nuestra voluntad converge 
con una voluntad misteriosa que estaría actuando en el mundo y que nos 
ayudaría a vencer equivale a pensar religiosamente, a creer en la 
Providencia.  (Oppression et liberté, pp. 65 y siguiente, mi traducción.) 
 
   En todo caso, se pregunta esta queridísima alumna de Alain, egresada 
(junto con su coetánea Simone de Beauvoir) de l¹École Normale Supérieure, 
profesora de filosofía, periodista, obrera industrial y agrícola y 
combatiente por la República Española antes de morir en Londres en 1943 a 
los treinta y cuatro años de edad: Por qué ese espíritu escondido velaría 
por los intereses de la producción... 'El espíritu es lo que tiende al
 bien
. 
La producción no es el bien.  Los industriales del s. XIX son los únicos
 qu
e 
se confundieron de tal forma'.  (Y, añado de pasada, todos los que hoy, a 
pesar del desastre ecológico siguen proponiendo las virtudes del
 crecimient
o 
ilimitado sobre prácticamente todos los planos.)  El problema, dice, reside 
en confundir lo que parece de alguna forma necesario con 'el bien'. 
Desgraciadamente, a menudo distan mucho de coincidir.  En resumen, apunta: 
 
El materialismo revolucionario de Marx consiste en proponer, por un lado, 
que la fuerza sola regula, de forma exclusiva, las relaciones sociales y, 
por otro lado, que un día los débiles, siempre sin dejar de ser débiles, 
serían de todos modos los más fuertes.  Creía en el milagro sin creer en lo 
sobrenatural.  Desde un punto de vista puramente racionalista, si uno cree 
en el milagro, mejor es creer también en Dios.  (op. cit., p. 208, mi
 trad.
) 
 
   Al hacer el inventario de las contradicciones que detecta en Marx,
 Simon
e 
Weil establece una diferencia, crucial para un ser pensante ávido de
 verdad
, 
entre 'contradicción legítima' y 'contradicción ilegítima': 
 
El uso ilegítimo consiste en combinar afirmaciones incompatibles como si 
éstas fueran compatibles.  El uso legítimo consiste, cuando dos verdades 
incompatibles se imponen a la inteligencia humana, en reconocerlas como 
tales y en hacer de ellas, por así decirlo, los dos brazos de una pinza, un 
instrumento para entrar indirectamente en contacto con el ámbito de la 
verdad trascendente, inaccesible a nuestra inteligencia.  (op.cit., pp. 208 
y siguiente.) 
 
         Ahondando en la historia de la Iglesia (que se dice ‹¿se decía?‹ 
Católica, Apostólica y Romana:  contradicción tan ilegítima como la de un 
partido que se quiere al mismo tiempo 'revolucionario' e 'institucional')
 e
s 
posible llegar muy pronto a la conclusión de que estamos frente a un falso 
conflicto creado por el intelecto en pos de un lenguaje deliberadamente 
capcioso e instrumentado como arma dirigida a la instauración y al 
mantenimiento de diferencias (más bien, de supuestas diferencias) cuya
 únic
a 
virtud es la de crear barreras, linderos, divisiones tan meramente 
convencionales como lo es la frontera entre los Estados Unidos de 
Norteamérica y los Estados Unidos Mexicanos ­frontera gracias a la cual se 
mantienen en el poder distintas burocracias dedicadas a la explotación y 
hostigamiento de las poblaciones que habitan a ambos lados de esa 
convencional frontera. 
 
         La deshonestidad intelectual a la cual aludo es una realidad tan 
generalizada que creo que no reclama ser 'probada'.  Pero sí convendría 
hacer un recuento de cómo surgieron ciertos dogmas: de cuáles fueron, por 
ejemplo, las necesidades de tipo administrativo que contribuyeron a crear 
ese lenguaje aparentemente tan inocuo como lo es el del 'Creo en Dios Padre 
Todopoderoso'. (¿Por qué, por ejemplo, un Dios Padre, ¡Madre de Dios!?). 
Otra mujer, al igual que Simone Weil, interesada en los orígenes del 
cristianismo, la norteamericana Elaine Pagels, de la Universidad de 
Princeton, publicó en 1979 el resultado de sus investigaciones, habiendo 
formado parte del equipo que logró reconstruir y traducir los textos de Nag 
Hammadi, descubiertos en ese lugar del desierto del norte de Egipto por un 
campesino árabe de la región hace cerca de cuarenta años [sesenta años al 
momento de transcribir el original el presente documento que data de 1983]. 
En The Gnostic Gospels, Random House, N.Y., 1979), Pagels analiza el Credo 
exponiendo, de forma muy convincente para todo el que esté dispuesto a 
rendirse a la evidencia, cómo éste dista mucho de ser una declaración de fe 
producto de ese conocimiento directo de lo divino que los gnósticos siempre 
defendieron contra cualquier dogma, siendo, en efecto, el resultado (como
 e
l 
agente) de una gran manipulación concebida, entre otras cosas, contra la 
igualdad material y espiritual de la mujer quien, en los círculos gnósticos 
de los primeros dos siglos, había logrado una liberación tanto espiritual 
como social.   Este movimiento primitivo de auténtico cristianismo
 amenazab
a 
a las clases patriarcales ­en particular, por cierto, a la clase media
 judí
a 
gradualmente convertida al cristianismo y ansiosa de mantener su
 tradiciona
l 
sistema patriarcal. 
 
          El Credo, tal como nos han hecho aprenderlo y repetirlo durante 
los últimos casi dos milenios, no es por lo tanto sino el producto, como el 
instrumento, de seguridad de un programa de captación y de acaparamiento
 po
r 
parte de los partidarios de la institucionalización de lo que en un momento 
dado fue la inspiración mística cristiana:  inspiración que desde antes y 
desde entonces ha tenido que luchar contra el anhelo de regimentación de 
aquéllos para quienes los 'misterios' son ocasión de mistificación para la 
promoción de intereses puramente personales en el sentido más alejado de la 
espiritualidad que se quiera.  [La novela más leída de principios de
 nuestr
o 
tercer milenio ha puesto de moda el tema (El código da Vinci)]. 
 
   Los místicos verdaderos, como bien sabemos, son los que logran llegar 
mediante una ascesis particular (las tradiciones y prácticas varían pero en 
lo fundamental tienden a parecerse bastante) y/o mediante la ingesta de 
'plantas de poder', a  estados de conciencia en los cuales los 'misterios' 
se hacen comprensibles o, mejor, cognoscibles (de gnosis, conocimiento) por 
vía intuitiva o directa, infinitamente superior a cualquier tipo de 
conocimiento puramente intelectual (lo 'divino' es precisamente eso que 'no 
nos cabe en la cabeza').  Esa ascesis personal (o mejor, de lo personal) es 
un yoga ('yugo') que ata todo lo que requiere ser atado o completado: es 
dadora de visión divina y si me 'obliga' es solamente porque a través de 
ella descubro mi libertad innata;  es justamente el acto que fundamenta mi 
libertad ­acto perceptivo, fenomenológico, fuera del cual todo 'criterio'
 e
s 
mera opinión (verdad mediatizada, relativa, y por lo tanto susceptible de 
incurrir error).  
 
   El 'interés personal' tiene mecanismos distintos según el caso.  Puede 
ser, por ejemplo, de orden sobre todo material (atañe a la comodidad
 física
) 
o puede ser de orden psicológico, como en el caso de Marx; suelen ambos 
factores coincidir en la mayor parte de las decisiones (sin insistir en la 
simpleza leninista de que todo, materia y espíritu, en última instancia es 
atribuible a 'la naturaleza').  Los falseadores o pensadores inauténticos 
son los 'mercaderes' que Cristo arrojó del templo a fuetazos por haberlo 
invadido con el espíritu no de 'servir' sino de servirse (¡y a la mala!). 
[También invirtieron la relación entre medios y fines, convirtiendo el 
tráfico de monedas en el fin non plus ultra de la actividad comercial.] 
 
   De chica siempre se me hizo algo incomprensible que el Señor Jesucristo 
se ofendiera tanto por 'la falta de respeto' de los que allí andaban 
mercadeando;  hasta que comprendí el sentido oculto de esta verdaderamente 
ejemplar parábola.  Los violadores del templo, en todos los tiempos, han 
sido los que cultivan la idolatría con su pompa y frustran al cristianismo 
auténtico del mismo modo que las jerarquías de los partios comunistas, una 
vez en el poder, frustran las aspiraciones de las masas obreras.  La 
historia de los partidos comunistas mima la historia de las instituciones 
eclesiásticas y ello es así, necesariamente, por la naturaleza de lo que
 so
n 
las estructuras de poder en cualquier contexto social.  Si se odian tanto
 e
s 
por lo muchísimo que se parecen y porque se disputan, en definitiva, el 
mismo 'mercado'.  
 
   Pero el amor por la justicia vive en algún lugar del pecho de cada
 hombr
e 
­llámese cristiano, católico, protestante, comunista, socialista, 
anarquista, taoísta, Zen-Budista, mahometano o ateo.  Es gracias a ese
 punt
o 
que habita en cada cual que el milagro irrumpe a veces en la vida
 cotidiana
. 
Sucede en esos momentos aislados cuando alguien (y puede ser cualquiera, en 
cualquier parte del mundo) toma conciencia de que como único se logra 
'salvar la vida' es arriesgándola con tal de que la verdad se abra camino: 
esa verdad sin la cual la justicia con la que cada hombre espera ser
 tratad
o 
se ve frustrada desde un principio. 
    
   Los teólogos de escuela al igual que los ideólogos de partido viven 
dedicados ­no a la vedad, ni a la justicia‹sino al mantenimiento de ciertas 
estructuras de poder, aparentemente necesarias pero no por ello en nada 
buenas (con lo cual habría que ver si en definitiva no son necesarias más 
que en apariencia).  Ciertamente, la guerra es más el producto de su 
existencia que de su ausencia (pregúntenselo a los mil ochocientos 
habitantes de 'las Malvinas' o de 'las Falkland';  pregúntenselo a los 
centroamericanos refugiados en nuestro medio).  Las advertencias de Bakunin 
suenan hoy más diáfanas que hace cien años y muchos de los que con Marx 
mantuvimos la 'Gran Ilusión' de la posibilidad de una liberación por medio 
de 'un partido político hecho estado' (horror de horrores y error de 
errores) ya estamos de vuelta de ese trágico error (si no, ¡ay! de su 
horror). 
 
   Similarmente, cualquier ser pensante que le haya prestado un poco de 
atención a los evangelios  se habrá dado cuenta de que para llegar al cielo 
tendrá que dedicarse plenamente a la ardua tarea de vivir de acuerdo con su 
conciencia ­con lo que el sentimiento de justicia que anida en él le dicte. 
Para ello se hace necesario un análisis de conciencia constante, diario... 
acto más fácilmente aprendido en la escuela de un ateo 'marxistoide' como 
Jean-Paul Sartre que en las insulsas clases de catecismo que me daban a mí 
en la escuela.  
 
   Pero las mujeres y los hombres tememos asumir realmente responsabilidad; 
por miedo al qué dirán, o al 'pecado', lo cual conlleva el temor de 'qué me 
harán'.  Asumir responsabilidad implica pensar críticamente lúcidamente,
 si
n 
mentirillas; implica además casi-siempre un auto-análisis, un regi-cidio, 
patri-cidio y matri-cidio intelectual y sentimental) que acaba por poner al 
'jefe' de la casa en su  justo lugar;  también implica mucho valor, mucho 
coraje, porque sabemos que el paternalismo (estatal, eclesiástico y 
doméstico...los tres se apoyan y son en el fondo lo mismo) se impone a base 
de terrorismo físico y mental y nos reprime a todos ­tanto a la mujer como 
al hombre, al de arriba como al de abajo sin excluir, finalmente, a los 
'libres y poderosos' entre los que gustaba contarse aquel Lic. 
López-Portillo que ahora se nos pasea a caballo en apariencia (al menos en 
apariencia)  tan muy quitadito de la pena, tan como si nada, cerca de 
nuestra casa ­da la casualidad‹por este tristemente apodado 'Valle de 
Briagos'... 
 
 
 
Sylvia María Valls  
smvalls@prodigy.net.mx 
http://www.institutosimoneweil.net 
(en construcción) 
Aceptamos ayuda. 
(52)726-25-14066.   
Valle de Bravo, Estado de México. 
 
Fuente: 
r e d   a n á h u a k 
www.elistas.net/foro/meshiko 
www.elistas.net/lista/redanahuak 
 
Alentamos la difusión de este documento por medios sin fines de lucro. 
Para otros casos se requiere autorización. Gracias por ser parte de la Red! 
 
 
 
 
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NOTAS PARA LA RED 
 
 
A la red: Los interesados en echar a andar grupos de estudio de
 permacultur
a 
anímense a una reunión durante el mes de octubre 2005 para avisarle a los 
amigos de aquí de Valle de Bravo.  Esto es algo de lo que más quisiera ver 
en marcha pero ya.  Junto al trabajo de cambiar las leyes migratorias a 
través del continente y a la más completa reforma del estado que se quiera. 
Peace and Love, Mamadoc 
 
 
 
CONOCE VALLE DE BRAVO, MEXICO, POR LA RED: 
 
 
 
Terra - Emociónate en Valle de Bravo 
Emociónate en Valle de Bravo. Sitio de excepcional belleza, donde podrás 
realizar una gran variedad de actividades recreativas, deportivas y 
culturales ... 
www.terra.com.mx/Turismo/articulo/081617/ - 28k - En caché - 
Páginas similares 
 
 
Terra - Explorando el corazón de México 
¡Practica el veleo en Valle de Bravo! Secretaría de Turismo del Estado de 
... Sitio de excepcional belleza, donde podrás realizar una gran variedad
 d
e 
... 
www.terra.com.mx/Turismo/articulo/081982/ - 28k - En caché - 
Páginas similares 
 
Lugares Historicos en Valle de Bravo 
Lugares Historicos que visitar en Valle de Bravo. ... es lo que primero que 
nos impresiona al llegar a Valle de Bravo no sólo por su belleza sino por
 s
u 
... 
http://www.valledebravo.org/es/ a_donde_ir/lugares_historicos.html - 32k - 
En caché - Páginas similares 
 
Tips viajero Valle de Bravo (Edo. Mex.) 
Foto: MD En Valle de Bravo pueden conseguirse artesanías de muy buena ... 
Colorines, dotado de una gran belleza vegetal, San Nicolás Tolentino y
 Nuev
o 
Santo ... 
www.mexicodesconocido.com.mx/.../bellezas_naturales/ 
detalle.cfm?idpag=1805&idsec=6&idsub=0 - 31k - En caché - Páginas similares 
 
 
Mexico Desconocido: superligero y ala delta Las alas en el hombre. 
Foto: Luis Cuttler Al salir de Valle de Bravo y alcanzar una altura de 4
 00
0 
... en donde pudimos apreciar la belleza de esta parte del litoral mexicano 
con ... 
www.mexicodesconocido.com.mx/espanol/deportes/ 
aereos/detalle.cfm?idpag=3429&idsec=29&idsub=111 - 47k - En caché - 
Páginas similares 
 
Comunidad 
Ciudad típica de Valle de Bravo. Siendo Gobernador el profesor Carlos Hank 
... que con el fin de preservar la belleza de este nuestro Valle de Bravo, 
... 
www.todovalle.net/comunidad.htm - 9k - En caché - Páginas similares 
 
En el Corazón de México 
En el lago de Valle de Bravo se practica el esquí, el canotaje el veleo y
 l
a 
pesca. Sobresale la belleza del paisaje, lleno de áreas verdes y adornados 
por ... 
www.morelostravel.com/corazon/divercion.html - 23k - En caché - 
Páginas similares 
 
Valle Verde - Localizacion 
Sin embargo nuestra sede principal está en Valle de Bravo, Estado de
 México
. 
... Otros simplemente quieren conocer la belleza del lugar y de su gente, 
... 
www.valleverde.com.mx/ACERCA/LOCALIZACION.html - 18k - 27 Sep 2005 - 
En caché - Páginas similares 
 
 
 
 
 
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