La autoridad corrompe tanto al líder como al
seguidor
21 de enero
La percepción alerta es ardua, y puesto que la
mayoría de nosotros prefiere un modo fácil, ilusorio, introducimos la autoridad
para que moldee nuestra vida y le fije pautas. Puede ser la autoridad de lo
colectivo, del Estado; o puede ser la autoridad personal, el Maestro, el
salvador, el gurú. La autoridad, de cualquier clase que sea, nos ciega, engendra
irreflexión; y como la mayoría de nosotros encuentra que ser reflexivo es
sufrir, nos entregamos a la autoridad. La autoridad engendra poder, y el poder
se centraliza siempre y, por eso, corrompe por completo; corrompe no sólo a la
persona que lo ejerce, sino también a quien la sigue. La autoridad del
conocimiento y de la experiencia pervierte, tanto si le ha sido conferida al
Maestro, a su representante o al sacerdote. Lo importante es la propia vida de
cada uno, este conflicto aparentemente interminable, y no el modelo o el líder.
La autoridad del Maestro y del sacerdote nos separa de la cuestión fundamental,
que es nuestro conflicto interno.
Krishnamurti