Unos pocos años después de haber sido
admitidos en el Aula del Conocimiento del Ashrama y de haber completado
con éxito ciertos estudios, nos comunicó un día el Maestro que
estuviésemos preparados, pues en la próxima reunión un grupo de nosotros
–siete en total– en lugar de quedarnos como solíamos hacerlo en la
amplia sala donde nos impartía enseñanza esotérica y entrenamiento
espiritual, iríamos a visitar un Aula de Enseñanza en la que por primera
vez podríamos "alternar" directamente con Ángeles de parecida y superior
evolución a la nuestra. "Esta Escuela -nos dijo el Maestro- está ubicada
en el Plano Astral, en un nivel superior al vuestro habitual. Por tal
motivo Yo iré con vosotros y si bien no intervendréis directamente en el
sistema de enseñanza que allí se imparte, ya que esta vez iréis sólo en
plan de observadores, os pido que permanezcáis muy atentos. No es
necesario deciros que sería preferible que os mantuvieseis en ayunas
durante todo el día hasta el momento del descanso físico, para facilitar
vuestro desplazamiento astral."
El día elegido por el
Maestro nos hallamos reunidos en la gran sala los siete Hermanos a
quienes el Maestro había convocado especialmente para aquella ocasión.
Los demás miembros proseguirían su habitual ritmo de enseñanza a cargo
del Hermano R., de iniciación superior y "lugarteniente" del
Maestro.
La Escuela -a la que con justicia puedo
denominar humano-dévica, pues a ella acuden entidades pertenecientes a
ambos Reinos- se halla ubicada en cierto elevado nivel del Plano Astral.
No ocupa un determinado lugar en el tiempo, por cuanto el tiempo es
conceptual y una vez rebasado el límite de las tres dimensiones físicas,
el tiempo tiene una medida muy distinta a la conocida o habitual. Pero
es realmente "un lugar" y ocupa determinada zona del Plano Astral.
Llegar allí implica, sin embargo, cierta técnica de desplazamiento
consciente en la cuarta dimensión y grandes conocimientos esotéricos con
respecto a la quinta, pues lo que realmente satisface la plenitud del
alma es esta conciencia pura de serena expectación o atención profunda a
todo cuanto sucede u ocurre en estas dimensiones del espacio, que pese a
los grandes avances técnicos y descubrimientos científicos continúan
siendo incógnitas o secretos todavía por descubrir para la humanidad
inteligente.
Fuimos "allí" acompañados por el
Maestro. Nuestra visita era esperada pues vino a recibirnos una Entidad
angélica de gracioso porte y luminosa aura azul celeste quien,
inclinándose reverentemente ante nuestro Maestro, nos indicó un punto de
aquel lugar ocupado por la Escuela, donde debíamos situarnos. Tratando
de estar profundamente atentos, tal como el Maestro nos lo había
indicado, empezamos a distinguir gran cantidad de figuras luminosas, y
al ir haciéndonos más conscientes de nuestras percepciones nos dimos
cuenta de que eran hombres y ángeles: los primeros, lógicamente,
iniciados de los Ashramas de la Gran Fraternidad; los Ángeles, entidades
celestes que de acuerdo con su jerarquía espiritual acudían a esta
Escuela para consumar un determinado ciclo de
enseñanza.
Estaban juntos formando corros, matizados
todos ellos de unas estelas de luz y de brillantes resplandores que
indicaban los sentimientos de afecto, comprensión y
armonía.
Cuando apareció el Bodhisattva en el centro
del lugar, todos los grupos se dispersaron y automáticamente sin una
previa indicación, los Ángeles y los Iniciados formaron dos círculos a
su alrededor, el primero formado por los Devas, el segundo por los
Iniciados de los Ashramas. Al lado del Bodhisattva estaban los Maestros
Koot Humi y Djwhal Khul, Quienes le asistían en estas clases especiales
de entrenamiento esotérico. Al igual que nuestro Maestro había otros
Maestros de la Gran Fraternidad que habían acompañado asimismo a grupos
de discípulos para que asistiesen a aquel acto de suprema enseñanza, que
venía a ser tanto para los Devas como para los Iniciados el preludio o
la preparación para el acceso al Aula de Sabiduría de Shamballa. Debo
hacer estas obligadas referencias pues las Escuelas de Unificación
Humano-Dévicas son realmente las puertas que franquean el paso a
aquellas supremas Aulas de Enseñanza.
El Instructor
del Mundo (Cristo) estaba allí. Podíamos percibirle perfectamente
envuelto en Su aura de Luz y brillando sobre su dorada cabellera la
estrella de cinco puntas que cualifica al Hombre perfecto. El Maestro
de Maestros, de Ángeles y de Hombres ofrecía una perspectiva de
Amor, de Paz y de Serenidad imposible de ser descrita. Hablaba a todos
con Su voz delicadamente musical aunque en un idioma totalmente
desconocido para mí. El Maestro nos dijo más tarde que utilizaba la
lengua pali, porque era la lengua con la cual fueron escritos los
primeros libros sagrados, antes que el sánscrito y el senzar, y tenía
ciertos matices fonéticos que encuadraban perfectamente en el desarrollo
de aquella suprema enseñanza humano-dévica.
A medida
que el Gran Señor impartía Su enseñanza, iba haciéndose cada vez más
brillante y luminosa el aura de ambos grupos, y más potente y dinámico
el impulso vital que nos invadía a todos. En un momento determinado,
trascendente y atemporal, el Gran Señor dejó de hablar. Estuvo cierto
tiempo en silencio. El clima del lugar era de una tremenda expectación.
Los éteres "retumbaban de tanto silencio". Entonces irguió Su cabeza, la
inclinó hacia arriba y pronunció un potentísimo e incomprensible
Mántram. Al finalizar el mismo los dos círculos formados por los Devas y
los Hombres se confundieron en uno solo, en un estallido de Paz, Amor y
Armonía realmente indescriptible. Se fundieron las auras de los Ángeles
y los Hombres. Y según nos dijo el Maestro al terminar aquel supremo
Acto de Reconciliación humano-dévico, en aquellos momentos el aura de
ambos Reinos se confundía en una sola y los hombres participaban de la
vida de los Ángeles, tanto como los Ángeles participaban de la vida de
los hombres. Tal era la finalidad de la enseñanza en aquella Escuela a
la que habíamos sido invitados, siquiera como observadores, a la espera
"serenamente expectante" del momento en que deberíamos asistir a la
misma como miembros activos, conscientes y supremamente
apercibidos.
Fuente: Diario Secreto de un Discípulo, pp. 73-76
LA GRAN INVOCACIÓN
Desde el punto de Luz en la
Mente de Dios,
Que afluya luz a las mentes de los hombres;
Que la
Luz descienda a la Tierra.
Desde el punto de Amor en el Corazón
de Dios,
Que afluya amor a los corazones de los hombres;
Que
Cristo retorne a la Tierra.
Desde el centro donde la Voluntad de
Dios es conocida,
Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de
los hombres;
El propósito que los Maestros conocen y
sirven.
Desde el centro que llamamos la raza de los
hombres,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle la puerta
donde se halla el mal.
Que la Luz, el Amor y el Poder
restablezcan el Plan en la Tierra.

Solicite tarjetas color gratis: http://www.gidgi-argentina.org/pedidos-lgi.htm
* * * * *
"La Gran Invocación es una plegaria mundial; no un
llamado personal ni una urgencia invocativa temporaria; expresa la
necesidad de la humanidad y penetra a través de todas las dificultades,
dudas y cuestionamientos- accediendo directamente a la Mente y el
Corazón de Aquél en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser
-Aquél que permanecerá con nosotros hasta el mismo fin de los tiempos, y
hasta que "el último agotado peregrino haya encontrado su camino de
regreso al hogar".
Alice Bailey