Sólo aquello que muere puede renovarse.
14 de noviembre.
Cuando hablamos de una entidad espiritual, entendemos con ello algo que no
está dentro del campo de la mente, es obvio. Ahora bien, el «Yo», ¿es una
entidad espiritual? Si es una entidad espiritual, debe estar más allá de todo el
tiempo; por lo tanto, no puede renacer ni continuar. El pensamiento no puede
pensar en ella, porque el pensamiento está dentro de la medida del tiempo, el
pensamiento proviene del ayer, es un movimiento continuo, la respuesta del
pasado; así pues, el pensamiento es, en esencia, un producto del tiempo. Si el
pensamiento puede pensar acerca del «yo», éste forma parte del tiempo; en
consecuencia, el «yo» no está libre del tiempo y, por ende, no es espiritual, lo
cual resulta evidente. De modo que el «Yo» es tan sólo un proceso del
pensamiento; y usted quiere saber si ese proceso del pensamiento, continuando
aparte del cuerpo físico, nace nuevamente, se reencarna en una forma física.
Ahora avancemos un poco más. Aquello que continúa, ¿puede, en modo alguno,
descubrir lo real, lo que está más allá del tiempo y la medida? Ese «Yo», esa
entidad que es un proceso del pensamiento, ¿puede alguna vez ser nuevo? Si no
puede, entonces tiene que haber una terminación para el pensamiento. ¿Acaso no
es inherentemente destructiva toda cosa que continúa? Aquello que tiene
continuidad jamás puede renovarse. En tanto el pensamiento continúe a través de
la memoria, del deseo, de la experiencia, jamás podrá renovarse; por
consiguiente, lo que es continuo no puede conocer lo real. Puede usted renacer
mil veces, pero jamás podrá conocer la real, porque sólo aquello que muere, que
llega a su fin, puede renovarse.
Krisnamurti.