Compasión y bondad.
28 de noviembre.
¿Puede la compasión, ese sentido de bondad, ese sentimiento de lo sagrado
de la vida, del cual estuvimos hablando la última vez que nos encontramos, puede
ser originado mediante la compulsión? Ciertamente, cuando hay compulsión de
cualquier forma, cuando hay propaganda o moralización, no hay compasión; tampoco
hay compasión cuando el cambio se origina meramente en la necesidad de aprontar
el reto tecnológico de tal manera que los seres humanos sigan siendo seres
humanos y no se conviertan en máquinas. Así pues, tiene que haber un cambio sin
proceso causativo. Un cambio que tiene su origen en una causa no es compasión;
es tan sólo una cosa del mercado. Ese es entonces un problema.
Otro problema
es: Si yo cambio, ¿cómo afectará eso a la sociedad? ¿O no estoy en absoluto
interesado en eso? Porque la inmensa mayoría de las personas no se interesa en
eso de que estamos hablando, ni le interesa a usted si escucha por curiosidad o
por alguna clase de impulso, y luego lo deja. Las máquinas están progresando tan
rápidamente, que casi todos los seres humanos son meramente empujados por ellas
y se muestran incapaces de afrontar la vida con la riqueza del amor, con
compasión, con un pensar profundo. Y si yo cambio, ¿cómo afectará eso a la
sociedad, la cual es mi relación con usted? La sociedad no es alguna
extraordinaria entidad mítica; es nuestra relación mutua, y si dos o tres de
nosotros cambian, ¿cómo afectará eso al resto del mundo? ¿O existe un modo de
influir sobre la mente total del hombre?
Es decir, ¿hay un proceso por el
cual el individuo que ha cambiado puede afectar el inconsciente del ser
humano?
Krishnamurti.
La
desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada; y la esperanza está
fundada sobre lo que ignoramos, que es todo.
Maurice Maeterlinck.
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