«No sé».
20 de diciembre.
Si uno puede llegar realmente a ese estado en que dice: «No sé», ello
indica un sentido extraordinario de humildad; no existe la arrogancia del
conocimiento, ni la respuesta presuntuosa para causar impresión. Cuando uno dice
de verdad: «No sé», lo cual muy pocos son capaces de decir, entonces en ese
estado cesa todo temor, porque ha llegado a su fin todo sentido de
reconocimiento, de búsqueda dentro de la memoria; ya no hay más indagación en el
campo de lo conocido. Entonces adviene eso que es extraordinario. Si usted ha
seguido hasta aquí lo que he estado diciendo, no sólo si lo ha seguido
verbalmente, sino que en realidad lo ha estado experimentando, encontrará que
cuando puede decir: «No sé», se ha detenido todo el condicionamiento. ¿Cuál es,
entonces, ese estado de la mente?...
Nosotros buscamos algo que sea
permanente, permanente en el sentido del tiempo, algo perdurable, duradero.
Vemos que todo cuanto nos rodea es transitorio, fluye, nace, se deteriora y
muere, y nuestra búsqueda tiende siempre a establecer algo que perdure dentro
del campo de lo conocido. Pero aquello que es verdaderamente sagrado está más
allá de la medida del tiempo; no puede encontrarse dentro del campo de lo
conocido. Lo conocido opera sólo a través del pensamiento, que es la respuesta
de la memoria al reto. Si veo eso y quiero descubrir cómo poner fin al
pensamiento, ¿qué he de hacer? Debo, indudablemente, estar alerta, mediante el
conocimiento propio, a todo el proceso de mí pensar. Debo ver que cada
pensamiento, por sutil, por excelso o por innoble y necio que sea, tiene sus
raíces en lo conocido, en la memoria. Si veo eso con mucha claridad, entonces la
mente, al ser confrontada con un problema inmenso, es capaz de decir: «No sé»,
porque no tiene ninguna respuesta.
Krishnamurti.