El camino de la meditación.
26 de diciembre.
¿Es la verdad algo final, absoluto, fijo? Nos gustaría que fuera absoluto,
porque entonces podríamos refugiarnos en ella. Quisiéramos que fuera permanente,
porque así podríamos afirmarnos en ella y encontrar allí la felicidad. Pero, ¿es
absoluta la verdad, es continua, puede experimentarse una y otra vez? La
repetición de la experiencia es el mero cultivo de la memoria, ¿no es así? En
instantes de quietud puedo experimentar cierta verdad, pero si me afierro a esa
experiencia por medio de la memoria y la convierto en absoluta, fija, ¿es eso la
verdad? La verdad, ¿es la continuación, el cultivo de la memoria? ¿O la verdad
puede descubrirse sólo cuando la mente se halla por completo quieta, silenciosa?
Cuando mi mente no está presa en los recuerdos, cuando no cultiva la memoria
como el centro del reconocimiento, sino que está atenta a todo lo que digo, a
todo lo que hago en mis relaciones, en mis actividades, viendo la verdad de todo
tal como se manifiesta de instante en instante, ése es, por cierto, el camino de
la meditación, ¿verdad? Hay comprensión tan sólo cuando la mente está quieta, y
la mente no puede estar quieta mientras se desconoce a sí misma. Ese
desconocimiento no se disipa mediante ninguna forma de disciplina, ni yendo en
pos de ninguna autoridad, antigua o moderna. Las creencias sólo generan
resistencia, aislamiento, y donde hay aislamiento no es posible que haya
serenidad. La serenidad interna adviene únicamente cuando comprendo todo el
proceso de mí mismo, las diversas entidades que componen el «yo» y están en
conflicto la una con la otra. Como ésta es una tarea ardua, recurrimos a otros
para aprender distintos trucos, a los que llamamos «meditación». Los trucos de
la mente no son la meditación. La meditación es el principio del conocimiento
propio; sin meditación, no hay conocimiento propio.
Krishnamurti.